Con sus 71 años de vida, La Trochita, nombre popular como se lo conoce al Viejo Expreso Patagónico, parece una postal del siglo pasado. Su incalculable valor histórico-cultural la convirtió en una de las reliquias vivientes del patrimonio ferroviario del mundo. El silbido de la locomotora y la nube de vapor, dan inicio a una experiencia turística de las más bellas de Sudamérica.
En ocasiones, algunas personas que disfrutaron del mágico paseo al pasado, se refieren a La Trochita como «un museo sobre rieles único en el mundo», y no se equivocan, pues mantiene su formación original que se remonta hacia mediados del siglo pasado, durante el apogeo del desarrollo ferroviario de la Argentina; sus singulares características, los pequeños vagoncitos, la locomotora a vapor, y su particular y estrecha trocha de 0.75 cm, la convirtieron en una excursión que despierta emociones muy fuertes en la Patagonia Argentina.
La trocha angosta
Finalizada la Primera Guerra Mundial, el gobierno argentino decidió encarar un extenso proyecto de tendido ferroviario de trocha súper económica, aprovechando los rezagos de la guerra, y aunque el proyecto original incluía varios ramales, solo se concretó el de Ing. Jacobacci (Río Negro) a Esquel (Chubut), pero si bien los trabajos del tendido comenzaron en el año 1922, no fue hasta 1945 que el tren arribó por primera vez a Esquel. La particular trocha de 0.75 cm entre riel y riel, le dio origen al nombre romántico que le otorgaron los pobladores locales al tren: La Trochita.
La vida social
En un principio La Trochita marchaba como tren de carga para trasladar lana, harina y maderas de los bosques patagónicos, y a partir de 1950 comenzó a funcionar como tren de pasajeros.
El viaje completo del ramal Esquel – Ingeniero Jacobacci duraba aproximadamente 14 horas, siendo el único medio de transporte ágil y económico para la época.
Así era que con frecuencia los pasajeros debían cocinarse utilizando las salamandras que estaban ubicadas en cada vagón, que además de calentar el agua para los mates, cocinaban huevos fritos, bifes, y con alambres instalaban hasta tiras de asado, según relatan las historias de La Trochita. Es por ello que se consideraban a estas salamandras el centro de reunión de los pasajeros, que en reiteradas oportunidades debían bajar de la formación con el tren en marcha para recolectar leña.
En la actualidad las Salamandras siguen funcionando para calefaccionar los vagones durante el invierno, e incluso esporádicamente se organizan viajes especiales con servicios de comidas a bordo, utilizando las mismas, un broche gastronómico en algunos viajes.
El inicio de la mística
En 1978 un giro trascendental marcará la vida de este particular tren, el escritor Paul Theroux publicó la novela “El Viejo Expreso Patagónico”, en el que narró su viaje en tren desde la ciudad de Boston (Estados Unidos) hasta Esquel, su viaje justamente culminaba arriba de La Trochita, o como él mismo lo denominó en su libro: “El Viejo Expreso de la Patagonia”.
Es a partir de este hecho, que miles de aficionados y viajeros llegan a la localidad asombrados por el trencito y motivados por la narración de Theroux.
Propuesta Turística
Luego de sortear la difícil situación de la década de los 90´, donde el ramal fue cerrado siguiendo los lineamientos del desarme del sistema ferroviario argentino, y gracias al esfuerzo de sus empleados el ramal pasó a manos del gobierno provincial, y en 1994 inició sus paseos turísticos desde Esquel hacia la estación Nahuel Pan, un pintoresco recorrido de 18 kilómetros.
Fue declarado Monumento Histórico Nacional en el año 1999, merecido reconocimiento luego de sobrevivir 65 años las vicisitudes del tiempo y el desarrollo tecnológico del siglo XX, recorriendo la estepa patagónica, comunicando poblados y llegando a los valles fértiles de la Cordillera de los Andes.
Actualmente las excursiones se mantienen durante todo el año, aumentando la frecuencia durante la temporada alta de turismo, pero incluso es posible realizar viajes charters recorriendo la mitad del ramal original, o sea 200 kilómetros de vía por la estepa patagónica.
La Trochita forma parte del patrimonio histórico y cultural de la Argentina, es un ícono cultural de la región y genera en la comunidad una sensación de pertenencia.
La señal sonora de la locomotora y el campanazo del jefe de la estación de Esquel, marcan el inicio de un viaje al pasado, recuerdos guardados en la memoria como una experiencia memorable, un motivo más que interesante para que los pasajeros ingresen en el túnel del tiempo.