Por Daniel Alejandro Osorio, socio en CIG (Cyber Intelligence Group)
Las personas mienten por muchos factores. La mayoría de las veces por miedo. Otras por vergüenza, por lealtad y otras solamente para causar un daño. Sin embargo, para la búsqueda de la verdad en la investigación de fraudes es fundamental la presencia de las mentiras. Su correcto análisis e interpretación permiten dar a luz a las verdades más irrenunciables.
El poder detectar la mentira ha sido un ambicioso anhelo en la historia de la humanidad. Diferentes campos del saber y la acción han abordado el tema desde distintas perspectivas y con múltiples objetivos. Desde la investigación criminal, pasando por la inteligencia y seguridad nacional, el mundo de los negocios, la justicia, la política y sobre todo la psicología. Todos necesitamos saber cuándo nos mienten o nos dicen la verdad.
Ya en el siglo XXI, más allá de lo mucho que se ha investigado o los artefactos que se han construidos (desde los sueros que se inyectaban para que las personas confesaran pasando por los polígrafos y las máquinas, que traducían en un papel una supuesta verdad) aún no existe un instrumento científico 100% efectivo que pueda ayudarnos a detectar una mentira.
Entonces, la pregunta lógica que deviene es si existe la posibilidad de detectarla. De este modo el dilema podría resolverse. En vez de buscar la verdad sería formulando la pregunta de manera diferente, preguntándonos: ¿cómo detectamos cuando nos están mintiendo?
La investigación de fraudes nos ha demostrado que es mucho más valioso obtener la verdad de una mentira, que poder demostrar si una persona dice la verdad o miente. Si nos centramos en esto último, no vamos a poder reconstruir un camino que nos arroje algo de luz, solo vamos a concluir que una persona miente.
Como investigadores de fraudes nuestro rol principal es el de descubrir la verdad detrás de las mentiras de las personas. Para ello, las entrevistas constituyen una herramienta fundamental donde interactuamos con cada uno de los individuos relacionados con los hechos cuestionados. Sabemos que trabajamos frente a un imposible: algo de la persona será indescifrable. Partimos con lo insuficiente, sobre la base que no es posible abarcar la verdad, ya que una parte de ella se nos torna inalcanzable.
De todos modos, el relato del sujeto y la práctica profesional del investigador actúan como un trabajo de articulación, constituyendo un hecho singular, donde el saber, la realidad y la verdad forman una alianza inquebrantable para la comprensión del suceso.
Si bien la diferencia es sutil, en el “cómo” nos planteamos descubrir las verdades que “habitan” en las mentiras y se “filtran” en ellas como el agua entre las piedras.
Así, la experiencia y el saber organizado hacen que el entrevistador intente llegar a la comprensión de otra persona, arribando a una conclusión en relación a la verdad de ese sujeto. Y en la mayoría de los resultados…no falla.