El sistema inmunológico es el encargado de defender al organismo ante las infecciones, a través de una reacción organizada el cuerpo ataca y destruye los organismos infecciosos que lo invaden. En los pacientes con lupus, el sistema inmunitario se encuentra afectado, atacando a las células y tejidos sanos.
El Lupus es una enfermedad crónica, no contagiosa, que además de afectar a las articulaciones y los músculos, puede dañar la piel, los riñones, el corazón, los pulmones, los vasos sanguíneos y el cerebro.
La causa por la que se origina esta enfermedad aún es desconocida. Puede deberse a una predisposición genética, una infección por un virus o agentes que se encuentran en el medio ambiente y puede presentarse en cualquier persona, aunque en la mayoría de los casos afecta a las mujeres.
Existen distintos tipos de lupus y los síntomas varían según el paciente. Los más comunes son: dolor o inflamación de las articulaciones y músculos, alta temperatura, sarpullido enrojecido (con mayor presencia en la cara), dolor de pecho, pérdida del cabello, dedos pálidos o morados, sensibilidad al sol, hinchazón en las piernas o alrededor de los ojos, úlceras en la boca y cansancio.
Obtener un diagnóstico puede ser difícil y puede demorarse a lo largo del tiempo, dado que no existe una prueba específica para determinarlo. Para descartar o confirmar la enfermedad el especialista deberá considerar, entre otras cosas, el historial clínico, un análisis de sangre, una biopsia de la piel y de los riñones.
El lupus no se cura con medicamentos, pero se puede estabilizar al paciente y ayudarlo a que desarrolle una vida normal. Entre los medicamentos utilizados se encuentran: los antiflamatorios que alivian los dolores en los músculos y articulaciones, los corticoides e inmunopresores que permiten controlar las complicaciones de la enfermedad, los antipalúdicos para tratar lesiones de la piel y síntomas pericárdicos y los tratamientos inmunomoduladores que regulan el sistema inmunológico.
Lo primero que debe saber el enfermo con lupus es que puede llevar una vida absolutamente normal, puede trabajar, estudiar y hacer ejercicio. Una vez diagnosticado es vital que se informe acerca de la enfermedad, su impacto y participe activamente del tratamiento. Está demostrado que los pacientes que conocen todo lo referido a la enfermedad poseen menos dolor, necesitan menos visitas al médico, tienen más confianza en sí mismos y permanecen más activos.
Asesoró: Dr. Ernesto Crescenti (MN: 50.776). Médico, investigador y Director del “Instituto de Inmunooncología Dr. Ernesto J.V. Crescenti”.