Este trimestre ha estado marcado por fuertes tensiones en los mercados financieros. La demanda mundial se sostiene gracias al dinamismo de China y también a la buena orientación de la demanda japonesa y, en menor medida, europea. Por el contrario, continúa la hipótesis de una ralentización económica progresiva en Estados Unidos. El incremento de los tipos de interés contribuirá a una desaceleración de la demanda doméstica, sobre todo en el sector inmobiliario. Pero, salvo excepciones, es poco probable que se produzca un colapso.
Las empresas deberán, en la mayoría de los países, tener en cuenta unos costos de financiación más elevados, aunque un buen número de ellas dispone de liquidez abundante y perspectivas favorables. Como contrapartida, la presión sobre sus márgenes debería continuar, ya que las espectaculares caídas del precio de ciertas materias primas han sido seguidas finalmente por una recuperación parcial a finales del mes de junio. Los agentes económicos tendrán que continuar enfrentándose al elevado precio del petróleo y de las materias primas. De cualquier forma, el dinamismo de la demanda mundial podría aumentar por las repercusiones sobre los precios.