Entre las cifras que hoy nos separan de aquel “infierno” figuraron: inédito aumento del PBI en un 36%; crecimiento global, 9,5%, industrial, mas del 50% y del consumo, mas del 30%; cosecha récord de 84 millones de toneladas; exportaciones por más de 40.000 millones de dólares; balanza comercial favorable en 13.000 millones de dólares, promedio anual de los últimos 3 años; aumento de las reservas de divisas de 8.250 millones de dólares a 28.000 millones; y descenso de la desocupación del 23,3% al 10,1% en el cuarto trimestre del 2005; sensible descenso de la inflación y reducción del nivel de pobreza del 55% al 34%.
{mosimage} El presidente citó otros indicadores pero estos son suficientes para demostrar que, efectivamente, estamos saliendo “del infierno”. Claro que, según señaló un legislador opositor, la recuperación obedece, también, a que al país no le podía ir peor, no podía caer mas abajo que en los tiempos de la gran crisis del período 2000/2001. Kirchner citó otro dato como indicador de que el país avanza: superan los 22 millones los usuarios de teléfonos celular y son mas de 6 millones los usuarios de Internet, avance este que explica el éxito del nuestro y otros portales que pueblan la red.
Pero hubo dos indicadores, presentado como positivos, pero que en realidad no lo son. Uno de ellos es el aumento de lo haberes jubilatorios mínimos, de 308 pesos a 390. Esta cifra no es para halagar a ningún gobierno. Si bien el presidente dijo que están tratando de brindar “haberes decorosos”, no dijo ni como ni cuando piensa que se concretará ese objetivo.
El otro indicador que no puede considerarse satisfactorio fue la reducción del índice de la pobreza, del 55% al 34%, de manera que 6 millones de personas escaparon de la estadística que los señalaba como pobres. Pero que el 34% de la población siga en el nivel de pobreza es particularmente preocupante y estaría indicando que persiste la inequidad en cuanto a la distribución. La equitativa distribución de la riqueza es componente fundamental de la justicia social que Kirchner pregonó en su mensaje.
Entre los gobernadores que asistieron a la Asamblea Legislativa estaba el entrerriano Jorge Busti, quien vio ampliamente respaldada su posición, y la del pueblo de su provincia, contraria a las papeleras que está instalando el Uruguay y que provocaron los ya famosos cortes de rutas y puentes internacionales entre los dos países. Con mucha humildad, Kirchner se dirigió desde la Asamblea a su colega uruguayo, “Mi amigo y hermano Tavaré Vázquez”, pidiéndole que suspenda las obras por 90 días, lapso durante el cual reconocidos ambientales internacionales estudiarían el impacto ambiental capaces de producir las papeleras. Vázquez ya se había pronunciado en contra de esa idea y habrá que ver el impacto que le produjo, pese al estilo amistoso y fraternal que empleó Kirchner, cuando este acusó al Uruguay de actuar unilateralmente e incumplir el acuerdo del río Uruguay.
La oposición no hizo críticas demasiado duras al menaje. Sus principales voceros parlamentarios mas que atacar lo que dijo en su exposición, criticó las omisiones en que incurrió, por ejemplo, no haber mencionado reformas a la ley de coparticipación (reclamada por varias provincias); ni a la reforma tributaria, para lograr un sistema impositivo mas justo; ni a la reforma previsional, que lleve alivio a la situación de los jubilados. En definitiva, los opositores advirtieron que Kirchner dedicó mucho tiempo (en las dos horas que habló) a explicar lo que hizo, pero muy poco a reseñar lo que piensa hacer este año.
Lo que a los opositores no les gustó nada fue la referencia que hizo a la reforma del Consejo de la Magistratura. Siguen pensando que esa reforma está destinada a mantener atado al Poder Judicial a los designios del Poder Ejecutivo. Por supuesto que Kirchner defendió la reforma, sosteniendo que sirve a la independencia y transparencia del Poder Judicial.
{mosimage}El entorno de la Asamblea fue marcadamente adicto al presidente. Kirchner cosechó frecuentes aplausos de la barra que poblada las galerías del recinto de sesiones, que evidenciaba un buen manejo en la distribución de invitaciones, y también de los legisladores, mostrando el predominio parlamentario del oficialismo. En la calle, una manifestación ubicada estratégicamente en la plaza, frente al palacio del Congreso, a la entrada y salida del presidente lo ovacionó, mientras Kirchner saludaba sonriente. También sus partidario habían ganado con pasacalles las inmediaciones. “Kirchner en la vereda del pueblo”, era la leyenda de uno de los pasacalles, sobre la avenida Rivadavia, frente al Congreso.