Un viaje por el interior de la Provincia de Misiones

En Posadas quisimos contactar a algún portavoz del gobierno provincial, y sólo recibimos la contestación a través de un mail en el que me informaban la dirección en el centro donde se encontraba la oficina de información al turista. Nadie del gobierno quiso atendernos para dar explicaciones de varias preguntas que teníamos para ellos acerca de la actividad turística en la provincia.

Para recorrer lo máximo posible la provincia optamos por el camino más largo hacia Iguazú, la nueva ruta 2, denominada “turística” hasta El Soberbio, donde salen las excursiones a los Saltos del Moconá.

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La ruta “turística” nada tiene como para llevar tal denominación, es más, la falta de estaciones de servicio, bares, restaurantes, gomerías, y por sobre todo de información turística en todo su recorrido hacen de esa ruta una aventura digna de alguien conocedor de la zona, pero no de un turista.

{mosimage}Al llegar a El Soberbio, uno se encuentra con una ciudad donde puede encontrar todo tipo de servicios y alojamientos para todos los gustos. Optamos por “Hostería Puesta del Sol”, que por su ubicación permitía la vista de toda la ciudad, y ofrecía un servicio de primer nivel a precios adecuados.

La excursión a los Saltos del Moconá fue una experiencia inolvidable, un lugar atípico donde en el cauce del río Uruguay se formó una depresión que produjo unas cataratas de casi 3 km de largo, a lo largo del río, por lo que uno puede transitar esos kilómetros entre las paredes del río.

La mala noticia fue la preocupación de los lugareños de perder la condición de “Reserva de Biosfera Yaboty”, declarada por la UNESCO, por una ruta que el gobierno provincial mandó construir y terminar antes de fin de este año, sumado a que Misiones no se adhirió a la recientemente sancionada Ley de Bosques, para la protección de los mismos.

También estaban descontentos con el accionar de “GreenPeace”, “nos cansamos de llamarlos para que paren la ruta al Parque Provincial Moconá y nunca nos atienden, pero si saben del problema y no hacen nada”, afirmó, “además no se que van a ganar con esa ruta ya que a los saltos sólo se puede llegar en lancha, no hay otra forma”.

Seguimos nuestro viaje hacia Iguazú por el interior de la provincia, tomamos la ruta 3 hasta San Vicente, para doblar hacia San Pedro por la ruta 14, tomamos la ruta 20 hasta Pozo Azul, la 17 hasta el Dorado y allí la ruta 12, pasando por Wanda, famosa por sus minas de piedras preciosas, hasta el Parque Nacional Iguazú, nuestro destino final.

{mosimage}En el camino son diversas la atracciones pero, salvo excepciones, la parte turística es dejada de lado, los desvíos no están claramente señalados, la información turística no está presente en muchos de las ciudades que cruzamos, como si todo el que pase por allí tiene que tener la obligación de conocer a fondo como dar con las atracciones de la zona.

El Dorado, una ciudad en pleno crecimiento a la largo de la ruta, cuenta con todo tipo de servicios y alojamientos, hasta la presencia del ACA parece destacarla por encima de las otras ciudades del interior de la Provincia.

En algunas de las rutas que transitamos se pueden ver pequeños puestos que pertenecen a los indios guaraníes, autóctonos de Misiones, donde venden artesanías de su tribu, algunos de ellos probaron que las tierras les pertenecían por árboles que habían plantado sus ancestros años atrás.

En Iguazú nos alojamos en una cabaña perteneciente al complejo del “Círculo de Oficiales de la Provincia de Misiones”, en dónde fuimos atendidos excelentemente en nuestros dos días de estadía.

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Al día siguiente nos dirigimos a las Cataratas del Iguazú, en el acceso nos dimos cuenta que no todos pagan igual, los habitantes de Misiones pagan $7, el resto del Mercosur $14, mientras que los extranjeros pagan $50, lo que les resulta un valor muy bajo por el atractivo que visitan.

Lo mismo pasa con los valores de las excursiones, ya sean en 4×4, lancha, ninguna supera los $120, muchas de ellas de un atractivo difícil de encontrar en otras partes del mundo, como dirigirse con la lancha directamente debajo de las imponentes cataratas que miden más de 30 metros en algunos casos.

A pesar que el lado Argentino de las cataratas está mucho mejor aprovechado turísticamente que el Brasilero, que no tienen las cataratas pero tiene la vista, todavía hay muchas cosas por hacer. Los senderos para visitar las distintas caídas, cada una lleva un nombre distinto, no están en todo su recorrido bien señalados, no hay personal atento a que la gente no arroje basura a las cataratas o en los costados de los selváticos senderos, el horario de cierre a las 19 horas puede ser un poco temprano, sobre todo después del cambio de horario, y lo que le falta a nuestro parecer es un lugar donde poder sumergirse en las aguas del río Iguazú, en alguna zona que no represente peligro para los amantes del agua.

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Pero la belleza del lugar deja de lado alguna deficiencia que pudiese haber. Poder estar literalmente arriba de la “Garganta del Diablo” es impresionante. Los arco iris formándose debajo de las pasarelas, la bruma salpicando a los turistas dependiendo del viento, una especie de oasis los días de mucho calor.

Hay varios recorridos, algunos con mayor dificultad que otro, y hay hasta recorrido para discapacitados, cualquiera tiene la oportunidad de recorrer caminando, o con la colaboración del “tren ecológico” que llega hasta muy cerca de la Garganta del Diablo.

El recorrido total puede llevar ocho horas, y hay que ir preparado con agua para las caminatas, calzado cómodo (nosotros contábamos con los calzados provistos por la Zapatería Sagarco que lleva en Posadas más de 43 años en la calle principal, y ropa para mudarse por que hay algunos miradores que se puede decir están casi debajo de la cascada, como el del “Salto Bosetti”, y en la excursión de la lancha realmente uno termina “abajo” de la catarata con la consecuencia obvia, uno realmente sale mojado, pero los organizadores brindan un bolso impermeable para las cámaras y demás pertenencias.

La vuelta a Posadas fue por la ruta 12, que pasa por Montecarlo, Puerto Rico, Jardín América, con Los Satos del Tabay, San Ignacio, con las famosas ruinas Jesuíticas, Santa Ana, Garuapé, con la Gruta India, Oberá, con su Salto Berrondo, Aristóbulo del Valle, con su Salto Encantado, entre otros pintorescos poblados y atracciones para el turismo nacional e internacional que no paran de crecer con los años en cuanto a población.

Cuando vinimos a Misiones lo hicimos por tierra, en un micro de la empresa “Crucero del Norte”, uno viaja de noche en los coches “cama total” y si es de buen dormir, ni se entera de los 1050 km. que recorre durante toda la noche, después de un buen servicio a bordo de cena, acompañada por vinos y espumantes de la zona.

{mosimage}Al volver a Buenos Aires lo hicimos por aire, esperando que fuera una experiencia superior en cuanto a placer que la de viajar por tierra, pero no fue así. Desde la pésima atención en Posadas de una señora que realiza las reservas en el local de Aerolíneas del centro de Posadas, hasta la demora en la salida del vuelo, y sin mediar disculpas esperamos la salida del único avión por día que llega a Posadas, para que se den una idea, el tiempo necesario para escribir estas líneas.