La actividad se realizó en 7 barrios de Buenos Aires en simultáneo: San Blas (Bella Vista), La Hoya (Malvinas Argentinas), El Triunfo y Nicole (La Matanza), Villa Nueva (Berisso), Eucaliptos (Ensenada) y Ringuelet (La Plata).
La lluvia no dio tregua durante el fin de semana pero no pudo detener el trabajo de los voluntarios y de las familias en los barrios. Ignacio Gregorini, voluntario de Un Techo para mi País, explicó: “las ganas de seguir aumentan cuándo uno ve la realidad diaria en la que viven las familias, ahí es cuando el esfuerzo se multiplica. El hecho que las familias puedan pasar la próxima lluvia secos, en una vivienda digna, se vuelve el motor más fuerte sin importar si uno está empapado, cansado, con frío y completamente embarrado.”
{mosimage}La extrema pobreza en Argentina es una situación de urgencia, una catástrofe diaria que requiere del compromiso y trabajo de todos. Estas viviendas de emergencia son una solución rápida y concreta a un problema real y urgente. La casa es un módulo de madera de 18 metros cuadrados (6 X 3), formada por 2 paneles de piso, 6 paneles laterales, 1 puerta, 2 ventanas, vigas de madera y techo de chapa de zinc. Además, se encuentra suspendida sobre 15 pilotes que la aíslan y protegen de la humedad.
La primera etapa del modelo de trabajo de Un Techo para mi País es la construcción de viviendas de emergencia que busca solucionar la urgencia habitacional. Luego comienza la etapa de habilitación social, que consiste en reunir a los voluntarios y vecinos en mesas de trabajo donde se generan soluciones a los problemas del barrio: capacitación en oficios, planes de salud, educación, microcréditos, entre otros. El último paso del proceso es alcanzar una comunidad sustentable, para que el barrio se constituya en una comunidad de vecinos unidos y comprometidos con mejorar sus condiciones de vida.
Agustín Algorta, Director Social de Un Techo para mi País, expresa: “La construcción de la Casa 1000 significa para todos nosotros una alegría enorme, pero una responsabilidad y desafío aún mayores, ya que es la prueba concreta que con esfuerzo y compromiso las cosas pueden cambiar. Sabemos que queda un enorme trabajo por hacer y que es necesario que toda la sociedad se involucre y tome conciencia de la importancia del trabajo en conjunto porque millones de argentinos aún viven en situación de extrema pobreza”. Además agregó: “creemos que somos la generación que puede acabar con la extrema pobreza, pero sólo vamos a lograrlo desde una verdadera conciencia de cambio, como agentes del mismo y trabajando concretamente para lograrlo.
La responsabilidad de Un Techo para mi País es cada vez mayor y por eso, sus metas crecen. El desafío de la fundación para el año que viene ya está planteado: “2010 Techos para el 2010”. Esta tarea implica duplicar la cantidad de viviendas construidas en seis años de historia de Un Techo para mi País Argentina. Además, la fundación buscará estar presente en todas las regiones del país.