Por Francisco Javier Morere, Editor de Covernews
Que hubiese pasado si elegían a un Papa de otro país, tal vez nada, pero nos hubiésemos perdido la oportunidad de conocer a una persona que con su humildad y su sabiduría está sorprendiendo a todos.
Los argentinos siempre nos creímos el centro del mundo (por los menos todos aquellos que no han recorrido el mundo) pero realmente es increíble que tengamos al primer y segundo mejor jugador del mundo de la historia, una reina en holanda, y ahora, el Papa, que rápidamente ha conquistado la Plaza San Pedro. Sobre todo si analizamos que hay siete mil millones de habitantes en todo el planeta. La pregunta del millón; ¿seremos distintos? Y la segunda pregunta que nos podríamos hacer; ¿realmente importa?
Este mundo globalizado y unido a través de internet y las redes sociales nos muestra a cada momento que las fronteras están dejando de existir, si bien política, económica y hasta culturalmente, somos distintos, ahora sabemos uno del otro, nos conocemos, interactuamos, y estamos cada vez más unidos por el mundo de los ceros y los unos y las telecomunicaciones. Pero lo que realmente importa -más allá de nuestro país de origen- es donde estamos, con quien nos relacionamos, y como lo hacemos.
Entre los argentinos que nos representan por el mundo tenemos el caso de Maradona, idolatrado y endiosado por algunos, y para otros un ser humano despreciable, una dicotomía que sobrellevan aquellos que sobresalen y son conocidos mundialmente. Pero algo innegable; en cualquier rincón de este planeta si dices que sos Argentino te contestan «Maradona» con una sonrisa. Algo que Messi no pudo opacar -por ahora- aunque este pertenezca a la era del marketing y de las telecomunicaciones.
Máxima, argentina quien trabaja actualmente como Reina de Holanda, también tiene sus enemigos, tal vez por el oscuro pasado de su padre, quien es persona no grata en el reino de su propia hija. La Reina de 42 años ha tenido que renunciar a que la familia que la crió; pero que era de esperar de alguien que renunció a su nacionalidad y a sus propios hijos por un trabajo para la realeza holandesa. ¿Es un ejemplo?
Y para la sorpresa de muchos -y sin que ni siquiera el feligrés más devoto lo esperase- lo eligieron al Papa Francisco, quien desde el primer momento dio señales de humildad y sabiduría, pero sobre todo de tener «calle», término que se utiliza en Argentina para todos aquellos que conocen realmente como vive la gente, desde la más adinerada hasta la más pobre; que ha caminado las calles: «desde la periferia se ve mejor la realidad» afirma el Papa Francisco.
Desde su asunción sorprende con sus actitudes; no utilizar el número uno que le correspondía para que el siguiente no sea llamado segundo, utilizar zapatos comunes en la asunción y no los rojos habituales y ostentosos de los Papas, pedirle a empresarios y políticos de Argentina que no viajen a su asunción y que donen ese dinero a los pobres -nunca sabremos si lo hicieron-, pagar de su bolsillo el hotel donde se hospedaba hasta asumir, entre muchas otras acciones. La Iglesia reaccionó -el tiempo dirá si fue a tiempo- con la certeza de necesitar urgente un cambio profundo, dando señales claras a sus seguidores.
Pero hay algo que realmente me llamó la atención, que es la primera figura con un puesto tan importante como el Papa -cabeza visible de la Iglesia católica, cabeza del Colegio Episcopal; Jefe de Estado y soberano de la Ciudad del Vaticano- que no haya renunciado a los chistes y las bromas, ni siquiera en público. Contrario al criterio -que por supuesto no comparto- que para ser importante o ser visto como una persona «correcta» en la sociedad no hay que hacer bromas, sonreír o vivir alegremente; el actual Papa, si no fuera Papa, estaría mal visto en la mayoría de nuestras sociedades.
La excusa del club de sus amores -San Lorenzo de Almagro- fue el marco propicio para que el Papa Francisco hiciera un gesto con los goles que su equipo le hizo a Boca en el último partido -tres a cero- a un feligrés vestido con la camiseta azulgrana mientras paseaba en su Papa Móvil por la plaza del Vaticano. Una humorada que fue comentada en todos los medios internacionales.
Los creyentes y sus «compañeros de tablón» hinchas de San Lorenzo se vieron beneficiados cuando fue elegido en el cónclave, ya que muchos apostaron en la quiniela al número 8235, que milagrosa o casualmente coincide con el número de socio del Papa Francisco -Jorge Mario Bergoglio- del Club San Lorenzo de Almagro.
Las muestras de humildad y las humoradas son algunos de los muchos gestos con los que nos sorprende -y seguirá sorprendiendo- gratamente- este Papa argentino que está dando que hablar al mundo; «Il Papa Del popolo» (el Papa del pueblo) titulan los periodistas italianos que lo tratan con respeto y reverencia.
El Papa Francisco -y la Iglesia en su conjunto- están dando mensajes concretos a las personas de todos los credos; humildad, compasión, terminar con el hambre y la guerra, y para que el mensaje llegue a todo los rincones del planeta lo están haciendo a través de internet, las redes sociales, y porque no, a través del humor del propio Papa.
Los argentinos somos noticia en un mundo en donde no hay un equilibrio razonable; siendo que Messi gana más de veinte mil pesos por hora -hasta cuando duerme- y el Papa está pensando en vender activos suntuosos del Vaticano para poder alimentar a los pobres en el mundo.
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