Una startup argentina respondió a la falta de concientización con terminales de recupero y beneficios para quienes sean amigables con el medioambiente.
En el marco de las celebraciones por el Día Internacional de la Tierra, hay un dato que enciende el alerta roja: a pesar de que el 78% de los encuestados afirma conocer la importancia de separar la basura, -y si bien existen leyes que obligan realizar esta tarea-, la mayoría sigue sin recurrir a este hábito.
El 63% dice que «»no tiene la costumbre» y el 27% admite que no separa los residuos reciclables «por falta de ganas o tiempo». Mientras, un 10% asegura que no lo hace por desconocimiento. Estas cifras se desprenden de una encuesta realizada por el Centro de Estudios Nuevo Milenio en relación al reciclado en la ciudad de Buenos Aires.
Dentro del mismo estudio, los consultados afirman la inconveniencia de reciclar por falta de puntos de recogida, la falta de espacio en la casa y la dificultad de hacerlo. Pero a todos los distingue un punto en común sobre el que se vuelve necesario concientizar por esas fechas: la creencia de que su esfuerzo extra no generará una diferencia.
Ante este escenario de frustración y apatía generalizados, la creatividad y la innovación se ponen al servicio de las buenas causas y nacen empresas como ECOllect, firma argentina que desarrolla terminales de recupero de envases que otorgan premios por cada envase que reciben.
Una de sus fundadoras, Victoria Martorell, sostiene: «Hasta hace poco, nadie estaba reconociendo que cuidar el medioambiente tiene un “costo” e implica un esfuerzo que merece ser remunerado por quienes son los principales generadores de los residuos. Por eso nos asociamos con marcas que quieren dar ese paso e incentivar y premiar a quienes los apoyen en el ejercicio sostenible de sus negocios».
Aparece así una nueva categoría de ciudadanos que cuidan el medioambiente motivados por incentivos económicos, que de a poco, y con la repetición de la práctica adquirirán el hábito de proteger el medio ambiente y separar residuos como proceso primario.
El resultado es una experiencia que beneficia a todos: el planeta, el usuario que se lleva su premio, y la marca que deja un mensaje claro de su compromiso con el cuidado del medioambiente.