“Los restaurantes y los servicios de comida a menudo agregan sal en exceso a sus comidas, porque piensan que eso es lo que el consumidor quiere”, dijo Branka Legetic, quien lidera los esfuerzos de la OPS/OMS en reducción del consumo de sal. “Sin embargo, con el tiempo las personas pueden cambiar su gusto por la sal. Si gradualmente consume menos sal, gradualmente querrá menos. Lo mismo aplica para el azúcar. Los chefs y los proveedores de servicios de comida pueden ayudar a los consumidores a elegir este camino”, añadió.
La sal es una parte esencial de la dieta, pero la mayoría de las personas consume más de lo que piensa y de lo que es saludable. Un consumo excesivo de sal contribuye a la presión arterial elevada, uno de los principales factores de riesgo para ataques al corazón y cerebrales, al igual que otros problemas de salud que incluyen insuficiencia renal, osteoporosis, obesidad y Alzheimer.
La presión arterial elevada es el tema del Día Mundial de la Salud de este año (7 de abril), y la reducción de la sal alimentaria es una de las recomendaciones claves en esta campaña.
La OPS/OMS recomienda que los adultos consuman menos de 5 gramos de sal por día. En las Américas, los promedios del consumo de sal van desde 12 gramos al día en Argentina, 11 gramos diarios en Brasil, a 8,5 a 9 gramos por día en Canadá, Chile y los Estados Unidos.
La mayoría de la sal en exceso que consumen las personas no viene de los saleros sino de los alimentos procesados como el pan, comidas procesadas e instantáneas, carnes procesadas y condimentos. La comida de restaurantes también contribuyen al exceso en el consumo de sal, y por eso este año el foco está en los chefs y los proveedores de servicios de comida.
Elegir productos “bajos en sal” de alimentos procesados no siempre son la mejor solución, porque de por sí la comida procesada tiende a ser menos saludable que los alimentos frescos, explicó el experto en nutrición de la OPS/OMS, Enrique Jacoby.
“Las comidas que vienen en bolsas o en cajas, que llamamos ‘ultra procesadas’, deben ser evitadas”, indicó Jacoby. “Los alimentos procesados con menos sal están llenos de calorías vacías, son bajos en micronutrientes, y suelen estar formulados para hacer que las personas consuman más. En contraste, los alimentos frescos proveen nutrientes reales, satisfacen el hambre y naturalmente tienen poca sal. El mejor consejo es comer comida real como los que comían nuestros abuelos”, añadió.
Estudios sobre costo-efectividad muestran que una reducción del consumo de sal a nivel de la población puede reducir la prevalencia de enfermedades no transmisibles relacionadas a un costo de entre 4 y 32 centavos de dólar por persona por año. Un estudio canadiense sobre 18 países de América Latina estimó que la reducción en un 10% del consumo de sodio cada año podría prevenir unos 593 mil eventos cardiovasculares y salvar unas 54 mil vidas.
Varios países de las Américas ya están haciendo esfuerzos para reducir la ingesta de sal, entre ellos Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Costa Rica, Cuba, Estados Unidos, México, Surinam y Uruguay. Entre estas iniciativas figuran desde campañas educativas y en medios de comunicación en colaboración con quienes hacen alimentos para mejorar las etiquetas con información nutritiva y para reformular los productos para que contengan menos sal.
La OPS fue fundada en 1902 y es la organización internacional de salud pública más antigua del mundo. Trabaja con todos los países del continente para mejorar la salud y la calidad de la vida de las personas de las Américas y actúa como la Oficina Regional para las Américas de la OMS.