En el marco de la semana de concientización sobre la sal a realizarse del 29 de febrero al 4 de marzo, la Sociedad Argentina de Cardiología realizo un informe sobre el consumo de sal en los argentinos. «Mientras la Organización Mundial de la Salud recomienda que la ingesta diaria de sodio no supere los 5 gramos, en la Argentina se consumen habitualmente entre 10 y 12 gramos. Alrededor del 70% del sodio que consumen los argentinos proviene de los alimentos procesados o industrializados».
En la semana mundial por la sensibilización sobre la sal, se refuerza el pedido de controlar su ingesta para prevenir las consecuencias del consumo excesivo de sodio. En nuestro país, la reducción de 3 gramos en el consumo diario de sal por habitante, podría evitar unas 6.000 muertes al año por causas prevenibles.
El exceso de consumo de sodio puede traer consecuencias negativas en el organismo tanto en personas con presión arterial normal como en aquellas que sufren de Hipertensión Arterial. En primer lugar, se asocia fuertemente con un aumento de la presión arterial y del riesgo de enfermedad cardiovascular (ACV, falla cardíaca, enfermedad renal crónica). También, puede asociarse en forma indirecta con la obesidad, cáncer de estómago, osteoporosis, litiasis renal y empeoramiento de la evolución del asma.
Existe una relación directa entre la cantidad de sal de la dieta, los valores de presión arterial y las alteraciones de la estructura y función del corazón y las arterias. Es por ello, que debemos estar atentos a la cantidad de sodio que indican las etiquetas de los alimentos y bebidas, ya que estos valores sumados a la sal que se agrega al ser consumidos, pueden superar los niveles saludables de ingesta diaria recomendados por la OMS. Por ejemplo, en 100 gr, la carne contiene 65 mg de sal, mientras que el huevo 122 mg y el pescado 140mg. Una rodaja de pan contiene 114 mg, cuatro fetas de panceta 548 mg. Incluso el agua que bebemos tiene sodio. Existen, entre las aguas embotelladas, dos grupos: las que tienen alto, y las de bajo contenido de sodio. Si nos remitimos a los dos litros que son recomendados ingerir por día además del agua de los alimentos para lograr una hidratación adecuada, es importante destacar que el aporte de sodio de las aguas mencionadas en primer lugar, para dicho consumo, sería de 256 mg por día, mientras que el de las bajas en sodio, alcanzaría sólo los 20mg por día.
Ahora bien, desde el ámbito público se han puesto en marcha la iniciativa “Menos Sal, Más Vida”, la reglamentación de la Ley 26.905 que regula el sodio en alimentos procesados y regula su oferta en bares y restaurantes. A pesar de que la mayor parte de los alimentos evaluados ya cumplen con la primera etapa de descenso de sodio fijada por la ley, “los niveles de sal siguen siendo muy elevados en los grupos de alimentos procesados”. Por ejemplo, los chacinados secos (salame, salamín, etc.) presentan un promedio de sodio de alrededor de 1300 mg cada 100 gr de producto; snacks galletas, 900 mg/100 gr; los chacinados cocidos (salchichas, mortadela, jamón cocido, etc.), 800 mg sodio/100 gr; los snacks, 800 mg/100 gr; las hamburguesas 700 mg/100 gr; las galletitas crackers sin salvado 600 mg/100 gr. Por otra parte, otros alimentos no incluidos en las metas establecidas por la ley para la reducción de sodio, también tienen alto contenido de sodio, como las comidas listas, los quesos, las tapas de pascualina y de empanadas, y las pizzas (todos alrededor de los 700-1000 mg/100gr), entre otros.
La tercer Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, llevada a cabo por el Ministerio de Salud de la Nación Argentina en el año 2013, reflejó que existe una disminución en la cantidad de gente que le agrega sal a las comidas después de la cocción (23,1% en 2005 a 17,3% en 2013). Si bien es cierto que este es un buen indicador de mayor concientización de la población, aún queda trabajo por hacer y es importante prestar atención a los niveles indicados por las etiquetas de los alimentos y limitar el agregado de sodio en los alimentos luego de la cocción.