La presentación del libro, publicado por la Editorial Victoria Ocampo, estuvo a cargo de María Esther Vázquez y Fernando Sánchez Zinny. Por su parte,Joaquín de Vedia, sobrino del autor, leyó algunos poemas de la antología.
En su emotiva evocación Vásquez destacó los valores personales e intelectuales de Bartolomé de Vedia, con quien compartió la redacción del diario La Nación. «Fue el hombre más bueno que he conocido y uno de los más inteligentes», aseguró.
«Creo que nadie podrá olvidar a Bartolo -dijo también-. Tenía el don de la cortesía y hacía sentir a quien tenía enfrente como la persona más importante del mundo».
A la hora de referirse a los poemas, Vázquez prefirió citar el prólogo escrito por su marido, el poeta Horacio Armani: «Poesía delicada y honda, cultivada a través del tiempo, poesía que nunca quiso publicar, quizá por delicadeza, pero plena de un clima sutil que encuentra en la síntesis y en la musicalidad dos armas nobles para indicarnos que allí vibraba una armonía de palabras escondidas y quizá temerosas de ser descubiertas».
Sánchez Zinny recordó los años compartidos con Vedia en la sección Editoriales de La Nación y lamentó que, tal vez por modestia discreción, «a pesar de la amistad que nos unía y que muchas veces conversamos de poetas y poemas, nunca me habló de su poesía».
El periodista recordó, asimismo, el fino humor de Vedia y su pasión por el cine y la música, en particular por el tango y la zarzuela, haciendo notar que no perdía oportunidad de entonar un tango o un área de Doña Francisquita.
La presentación tuvo una gran carga emotiva aunque, como no podía ser de otra manera, se deslizó en un ambiente amable y hasta recatado que rescató sin ditirambos ni panegíricos vacíos, la excepcional personalidad de Bartolomé de Vedia. Exactamente, en ese medio tono que él hubiera elegido.