El reconocido médico infectólogo, Dr. Daniel Stamboulian hace un interesante análisis de los aprendizajes adquiridos durante el primer año de la pandemia y focaliza en los métodos de prevención a tener en cuenta para evitar el contagio y la propagación del virus de la Gripe.
El 11 de junio de 2009 la Organización Mundial de la Salud declaró al mundo que un nuevo virus de Influenza, el H1N1, se había propagado por los distintos continentes afectando principalmente a la población más joven. La pandemia de Gripe del Siglo XXI había comenzado y se preveía una duración de uno a dos años.
Durante las pandemias el virus de la gripe circula durante todo el año, pero se producen brotes explosivos también llamados ondas pandémicas que se extienden aproximadamente 6 semanas. En ese lapso, la circulación del virus y su transmisión son más intensas, muchas veces favorecidas por la época invernal, y como consecuencia hay un mayor número de personas afectadas. La mortalidad de la enfermedad en las pandemias debido a complicaciones no solo depende de la agresividad del virus pandémico sino de otros factores como las enfermedades crónicas o la alteración de la inmunidad (defensas) que tiene una persona. Además, la preparación previa del Sistema de Salud y el adoptar medidas de prevención en la comunidad son fundamentales para disminuir la carga de enfermedad y su propagación.
Desde el inicio de esta pandemia hasta la actualidad, la transmisión del virus fue mayor en la época invernal y los niños y adultos jóvenes, fueron los más afectados. El 95% de las personas que enfermaron presentaron cuadros leves y el resto requirieron internación debido a complicaciones. De los pacientes que requirieron internación el 80% eran embarazadas, obesos, o padecían alguna enfermedad crónica o predisponerte como las respiratorias crónicas, cardiovasculares, diabetes e inmunosupresión. Entre el 1% al 5% de estos casos graves hospitalizados fallecieron en su mayoría, a causa de neumonías producidas por el virus de la gripe misma o por bacterias como el neumococo.
Cumplido el primer año de esta pandemia, hemos aprendido que el tratamiento precoz de la gripe A H1N1 con antivirales como el oseltamivir y zanamivir puede mejorar los síntomas de la enfermedad, evitar complicaciones como la tan temida neumonía viral y, en su defecto, la muerte.
También, enfrentar adecuadamente una pandemia no solo requiere del suministro de antivirales, sino también de vacunas y del cumplimiento de otras medidas de prevención.
Con respecto a las vacunas contamos con vacunas contra la influenza monovalentes (solo actúan contra el H1N1) y vacunas trivalentes (actúan contra 3 tipos de influenza) que este año contienen al H1N1.
Debemos también recordar que otras medidas de prevención juegan un papel clave para evitar la propagación del virus de la Gripe. Durante las epidemias y pandemias, la mayoría de las personas que desarrollan síntomas deben quedarse en casa para no diseminar el virus, sin embargo, los familiares estarán en mayor riesgo de contagio. Por lo que es importante conocer como el virus se dispersa en el hogar y cómo puede reducirse la transmisión mediante la adopción de medidas higiénicas adecuadas, incluida la limpieza de las superficies susceptibles de contaminación por el virus. Esto es especialmente importante en hogares con niños pequeños, porque es difícil que cumplan las medidas de educación respiratorias y porque poseen una mayor capacidad de diseminación del virus.
El lavado frecuente de manos con agua y jabón, o con alcohol en gel y la limpieza de las superficies con lavandina (una cucharada sopera por cada litro de agua), deben ser conductas adoptadas no solo en esta pandemia sino rutinariamente.
El lavado de manos permite disminuir la cantidad de gérmenes por arrastre y la desinfección con productos que contienen hipoclorito de Sodio o sus derivados eliminan en este caso el virus de la gripe de las superficies, ya que éstos pueden permanecer en ellas hasta dos días. Los grifos de las cocinas, las heladeras, los teclados de las computadoras pueden contaminarse con el virus de la gripe y hay estudios que demuestran que si hay un portador en el domicilio el 60% de estos elementos están contaminados. La mejor forma de prevención entonces, es utilizar en el hogar el hipoclorito de sodio con una proporción de 1 cucharada sopera de lavandina por cada litro de agua o utilizar toallitas comerciales anticépticas.
La experiencia adquirida durante la primera etapa de la pandemia nos ha enseñado que el trabajo coordinado, la educación a la comunidad en las medidas de prevención, el tratamiento temprano con antivirales, y la administración de la vacuna contra el H1N1 a los grupos considerados de alto riesgo, son herramientas fundamentales para enfrentar nuevas ondas pandémicas.