Pero, afortunadamente, no pasó nada. Salvo que a los argentinos nos sacudió nuestro tradicional orgullo futbolero el empate con Bolivia. Pero no fue un desastre universal sino, simplemente, un partido de fútbol empatado aquello que nos amargó, como si estuviéramos condenados a ganar siempre.
En cambio, hace 60 años, el 11 de noviembre de 1951 (11-11-51) ocurrió en nuestro país un acontecimiento trascendental, no previsto por las profecías, que sacudió por cierto el tablero político argentino. En realidad el acontecimiento fueron las elecciones realizadas ese día, pero que a su vez desataron otros tres importantes acontecimientos políticos: por primera vez votaban las mujeres; consecuencia de la reforma constitucional de 1949, Perón era reelecto con una amplia base electoral, del orden del 60% y, por última vez, competirían juntos Ricardo Balbín y Arturo Frondizi -como candidatos a presidente de la Nación y vicepresidente, respectivamente, postulados por el radicalismo- pues pocos años después se distanciarían al extremo de romper la U.C.R. y encabezar cada uno de ellos las fracciones en que se había dividido el partido.
En aquellas primeras elecciones en las que participó la mujer compitieron ocho fórmulas presidenciales: Perón-Quijano obtuvo 4.745.168 votos y Balbín-Frondizi 2.415.750 sufragios. El caudal de votos del resto de los candidatos presidenciales fue irrelevante.
La vigencia del voto femenino incorporó a los padrones electorales 3.816.654 ciudadanas y determinó que fueran elegidas 22 diputadas nacionales y 9 senadoras nacionales, todas ellas peronistas en virtud de los resultados electorales en los distintos distritos. 109 fueron las legisladoras electas aquel 11 de noviembre, incluyendo a las senadoras y diputadas provinciales. Otra novedad fue que, entre las fórmulas presentadas, una mujer fue candidata a vicepresidenta. Se trató de Alcira de la Peña, del partido Comunista, pero esta agrupación tuvo una muy pobre cosecha de votos, apenas 71.318. Años después de la Peña sería electa concejal en el municipio porteño.
Pero una mujer pudo haber sido electa vicepresidenta de la Nación. Ella fue Eva Perón, verdadera artífice del voto femenino, cuya candidatura fue impulsada por la CGT. Un multitudinario Cabildo Abierto peronista, realizado sobre la avenida 9 de Julio, formalizó la postulación el 22 de agosto de 1951, pero ella declinó la candidatura. Este gesto determinó que Jazmín Hortensio Quijano, perteneciente a una fracción disidente de la U.C.R. que había apoyado a Perón, fuera reelegido vicepresidente.
Evita votó por primera y única vez en aquellas elecciones del 11 de noviembre. Ya se había declarado su enfermedad y estaba internada en el policlínico Presidente Perón, de Avellaneda, establecimiento modelo cuyo director era una eminencia: el doctor Ricardo Finocchietto. La Junta Electoral autorizó que una urna fuera llevada al policlínico y así pudo ejercer el derecho al voto que había alcanzado su plena vigencia gracias a ella.
En julio de 2003 al Salón de Conferencias de la Cámara de Diputados de la Nación se le impuso el nombre de “Diputada Delia Parodi”. La iniciativa correspondió a la diputada Inés Pérez Suárez, proyecto al que acompañaron con su firma los diputados Sergio Acevedo, Manuel J. Baladrón, Jesús A. Blanco, Alberto N. Brioso, Omar D. Canevarolo, Gerardo A. Conte Grand, Ricardo Gómez, Julio C. Gutiérrez, Arturo P. Lafalla, Jorge A. Obeid y Luis A. Sebriano.
Delia Degliuómini de Parodi acababa de cumplir 40 años cuando fue una de aquellas 22 primeras mujeres argentinas que ocuparon sus bancas en la Cámara de Diputados de la Nación, siendo elegida por unanimidad vicepresidenta del cuerpo, que presidió cada vez que se registraba la ausencia de su titular, Antonio Benítez. De manera tal que ella fue la primera mujer vicepresidenta de la Cámara, y también la primera en ocupar el estrado de la presidencia.
Había nacido en Ingeniero Luiggi, provincia de La Pampa, en 1913, radicándose en la ciudad de Buenos Aires, donde militó políticamente en las filas del peronismo, siendo elegida diputada nacional por el distrito porteño en los comicios de 1951. Estrecha colaboradora de Evita, participó activamente en la fundación del Partido Peronista Femenino.
Reelecta sucesivamente en la vicepresidencia de la Cámara en 1954 y 1955, desempeñó el cargo hasta que estalló el golpe del ´55, siendo entonces prisionera del régimen de facto y alojada en la cárcel de mujeres de la calle Humberto I, siendo liberada el 7 de marzo de 1958. Participó de la actividad del peronismo en la clandestinidad durante la proscripción, se desempeñó como enlace de Perón en el exilio y participó activamente en la lucha popular por el regreso del líder.
Falleció el 13 de mayo de 1991, a los 78 años. La capilla ardiente se levantó en el salón de los Pasos Perdidos del palacio del Congreso. El féretro fue llevado en andas en el marco de una masiva manifestación de mujeres, que rindieron homenaje a una militante ejemplar, protagonista junto a Evita de la histórica conquista del voto femenino.
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