Por Fernando Judzon, COO de Virtualmind
La pandemia ha modificado los hábitos personales, así como también la organización del trabajo en las empresas. Nos encontramos frente a una etapa de grandes desafíos y oportunidades en materia de reorganización de la dinámica y vínculos laborales: un aspecto vital es seguir garantizando, aún a la distancia, el bienestar integral de quienes son parte fundamental de nuestras compañías.
En este sentido, a las empresas se les plantea el interrogante de cómo transmitir una cultura organizacional sólida a sus colaboradores, bajo estas nuevas condiciones de trabajo.
Es cierto que desde el inicio de la pandemia ya no interactuamos del mismo modo en que lo hacíamos tiempo atrás, por lo que frente a este escenario es fundamental encontrar nuevas herramientas para sortear los obstáculos que se presentan. Frente a este panorama, una buena política de gestión del personal puede marcar la diferencia a la hora de mantener una empresa funcionando eficientemente.
Sin lugar a dudas, esta situación ha creado múltiples limitaciones en cada sector e industria, y si bien la presencia física ha sido un factor clave en algunos casos, una correcta gestión de los recursos humanos ha permitido que no sea sinónimo de aislamiento y distancia emocional. Para superar esta posible “barrera”, es fundamental que las áreas que se ocupan de las relaciones humanas dentro de las empresas, impulsen y lideren la constante readaptación de sus políticas hacia dentro y fuera de la compañía.
Una pieza fundamental radica en la necesidad de crear o bien reinventar los procesos de bienestar durante el aislamiento preventivo, cuidando a cada uno de los miembros del equipo, considerando algunos factores como la salud tanto física como mental; la comodidad, enviándoles todo lo que necesitan para establecer un espacio de trabajo adecuado en casa; el bienestar personal y familiar, entre otros. Cada una de estas iniciativas y actividades implican un cambio de perspectiva, y persiguen el objetivo de generar espacios donde los colaboradores interactúen e integren a los miembros más nuevos de su comunidad laboral, buscando alternativas que favorezcan una readaptación y permitan sobrellevar la dificultad de reemplazar los beneficios perdidos en la modalidad “in-office”.
Distintas investigaciones señalan que más de un 60% de los proyectos de cambio que se llevan a cabo en las organizaciones implican sobrecostos, sobretiempos y en ocasiones no alcanzan los objetivos propuestos. Las organizaciones que son efectivas en el cumplimiento de sus metas estratégicas comprenden que gestionar la agenda humana de un proyecto de cambio es una competencia necesaria para estar cerca a la distancia. ¿Cómo?
- Generando canales de comunicación eficientes con cada uno de los integrantes de los equipos de trabajo.
- Continuar con la programación de actividades de integración, si es que ya lo hacían y en los casos que no, comenzar a pensar diferentes planes de acción con el objetivo de impulsar la creatividad y fomentar el interés de los colaboradores.
- Mantener a los colaboradores informados y motivados con proyectos nuevos, lo que significará un mayor compromiso y dedicación del personal, aún cuando esté trabajando de forma remota.
- Investigar nuevas herramientas que faciliten los procesos en la nueva modalidad a distancia.
- Continuar los procesos de reclutamiento de talentos en empresas que puedan hacerlo, pero sin descuidar los equipos de profesionales que ya están acostumbrados a la cultura organizacional de la compañía.
Que una empresa o negocio sea exitosa en esta nueva normalidad, dependerá de cuánto estén dispuestos a readaptarse a las nuevas necesidades y tendencias del mercado, a cómo se replanteen los roles, y en cómo lleven adelante la transformación de las tareas y reacomodamiento de los equipo. Es importante aprender de la crisis para desarrollar mejores metodologías de trabajo, donde se valore cada eslabón de la cadena.
Es el momento de fortalecer las vías de comunicación de una empresa u organización, de estar más cerca que nunca de nuestros colaboradores, de incentivarlos con buenas prácticas –recreativas y saludables- y no sólo pensando en sus tareas dentro del proyecto en cuestión. Con el tiempo es posible que dichas prácticas y dinámicas, se reflejen en la eficiencia profesional y en consecuencia, en las ganancias de la empresa.