La Cooperativa Agropecuaria Piracuá está formada por nueve productores de pacú que poseen alrededor de 20 hectáreas de estanques en la localidad de Bellavista, Corrientes. Producen pacú desde 2010 y cuentan con una pequeña planta de eviscerado, desespinado y congelado. En los cultivos piscícolas, entre el 30 y el 40% de los ejemplares que se obtienen no llegan a obtener el tamaño mínimo para ser desespinado y dar un producto de costo razonable y buena aceptación. De esta manera, surgió la necesidad de encontrar una vía alternativa para el aprovechamiento y agregado de valor de los ejemplares de menos de 800 gr. Para resolver esta problemática, la cooperativa suscribió en 2014 a la convocatoria del Ministerio de Ciencia para la presentación de propuestas para la ejecución de Proyectos de Tecnologías para la Inclusión Social. Enmarcado dentro del Programa Consejo de la Demanda de los Actores Sociales (PROCODAS), este instrumento busca promover políticas que favorezcan la interacción entre el sistema científico-tecnológico y las demandas sociales y productivas prioritarias ligadas al ámbito de la economía social de pequeña escala.
El proyecto fue aprobado y recibió $59.834. Así, junto al Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) sede Mar del Plata por parte del sector científico, y con la colaboración del Instituto de Ictiología del Nordeste (INICNE) y de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), pusieron en marcha una línea de producción para agregar valor a este tipo de ejemplares, utilizándolos como materia prima para fabricar alimentos secos expandidos tipo “snacks”. Se trata de hojuelas u otros formatos elaborados con una pasta de harinas de arroz y de trigo y desmenuzado de pacú que se secan y envasan. Los recortes de pescado son previamente salados para lograr su conservación, lo que permite que la cooperativa pueda seguir trabajando durante el invierno, cuando la producción quedaba detenida por falta de materia prima fresca. Las hojuelas se expanden por fritura rápida a alta temperatura o cocción en microondas, dando como resultado una porción crocante que se puede consumir al igual que las papas fritas.
La propuesta abarcó el diseño y construcción de un secador con lazo de control de temperatura y calefacción; se adquirió una amasadora, un termómetro electrónico y un termohigrómetro registrador; se acondicionó una picadora de carne; se capacitó al personal; y se realizaron pruebas de producción en el establecimiento. Se estima que la puesta en funcionamiento tendrá una capacidad de producción estimada de 40 kg de hojuelas por día, equivalente a 800 porciones de 50 gr por día.
Por otro lado, Sagima es una empresa del conurbano bonaerense recuperada por sus trabajadores, que produce instrumental para microcirugía. El año pasado recibieron $63.770 como subsidio por parte de la cartera científica a través de la convocatoria para la ejecución de Proyectos Asociativos de Diseño, instrumento dirigido a financiar iniciativas que tengan por finalidad la incorporación del diseño como factor estratégico de innovación, apuntando tanto a la generación de nuevos productos como a la introducción de mejoras en procesos y/o productos existentes. El objetivo del proyecto era diseñar, desarrollar y producir la matricería de un conjunto de fresas autobloqueantes descartables para neurocirugía.
Las fresas son herramientas que se utilizan para realizar craneotomía o trepanación que cuentan con un mecanismo de seguridad que permite que se detengan automáticamente al terminar de perforar el cráneo, evitando así posibles lesiones. Actualmente estos insumos deben importarse porque existen solo dos fabricantes en el mundo, en Alemania y Estados Unidos. A su vez, las instituciones médicas tienen un gasto anual vinculado a las infecciones intrahospitalarias muy elevado, por lo que la política general apunta al uso de elementos descartables. En este contexto, surgió la necesidad de producir una línea de fresas descartables para neurocirugía, y una oportunidad rentable para la cooperativa, quienes tienen como fin último la sustitución de importaciones. Para llevar adelante el proyecto, Sagima se vinculó con la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) y recibió apoyo del Centro Atómico Ezeiza, de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), en los servicios de esterilización de rayos gama y certificaciones de fábrica; del Centro Internacional del Conocimiento Tomás Maldonado del Ministerio de Ciencia; y del INTI.
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