Belén Lagar desnaturaliza manteles confeccionados industrialmente, aplicándoles un procedimiento artesanal que los transforma visual y conceptualmente.
En el resultado final hay dos tipos de ausencias. Desde un punto de vista visual, desaparece el efecto “realista” del decorado del mantel: la referencia a las flores y frutos, los tigres y elefantes de la selva quedan fragmentados y dispersos: la analogía ente el signo icónico y la realidad representada se pierde.
Desde un punto de vista conceptual, la función del mantel deja de existir dado que ya no cubre una mesa sino que se exhibe verticalmente en una pared. Si bien su estatuto específico es ambiguo pues puede ser tanto un tapiz como un cuadro, lo cierto es que la artista- con una gran economía de medios- interrumpe y desvía la identidad y la función, el valor y el sentido del mantel originario.
La imagen creada por Lagar, sea cuadro o tapiz, nos hace olvidar el producto standard adquirido en el bazar. La imagen nos aleja del orden de las clasificaciones y definiciones rigurosas para aproximarnos hacia el reino indeterminado y heterogéneo de la sensibilidad, la evocación, la memoria.