La muestra, de carácter antológico, está integrada por 114 obras que ofrecen un inigualable panorama de su obra, desde su primer óleo, pintado en 1950, hasta sus últimos trabajos realizados en 2008.
Esta exhibición es la primera muestra transitoria que organiza el Museo de Arte de Tigre, dirigido por Diana Sa¡egh. Esta producida por el equipo del Museo, coordinada por María Laura Fortelay y se prolongará hasta el 31 de agosto.
“Esta muestra está integrada de fragmentos de etapas o mojones de mis trabajos –expresa el artista-. Reacio al análisis retrospectivo me sorprendo de mi propia decisión de haber aceptado el desafío de exhibirlos, pasando revista a las pinturas acumuladas. De todas maneras, creo que el artista de vez en cuando debe darse el gusto de revisar su obra. La que sobrevivió al embate de sus necesidades y quedó sepultada por años, maniatada por las telas de araña al esqueleto de las estanterías”.
La exposición es resultado de un paciente trabajo de Diana Saiegh, quien expresó: “Páez Vilaro es no sólo un pintor sino una personalidad de nuestra cultura y de nuestro tiempo. Con esta muestra reconocemos su carrera a traves de las diferentes etapas de su obra, pero tambien queremos reconocer en él a alguien que hizo de su pasion por la pintura una marca en la expresion y en el contenido del arte.”
Desde 1951, Páez Vilaró realizó más de 150 exposiciones individuales, la mayoría de ellas en Uruguay y Argentina, pero su obra se exhibió, además, en Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Portugal, China, Camerún, Egipto, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay, Ecuador y Bolivia, entre otros lugares.
Su obra ha sido elogiada por los principales críticos y estudiosos del arte del mundo. En el prólogo de la carpeta “Mediomundo”, Jorge Luis Borges escribió: “Hacia mil novecientos veinte, el abogado Pedro Figari, descubrió las posibilidades pictóricas de los negros. Otros artistas han seguido su ejemplo, con diversa fortuna; nadie ha logrado y merecido la fama de Carlos Páez Vilaró, cuyos sensibles y elocuentes dibujos tengo el honor de prologar”
Carlos Páez Vilaró nació en Montevideo en 1923. Marcado por una fuerte vocación artística partió en su juventud a Buenos Aires, donde conoció a los más destacados dibujantes de la época. Aquí hizo sus primeros balbuceos en el arte, tomando como fuentes de inspiración el tango, los bares y cabarets y las fábricas de Lanús y Avellaneda.
A fines de la década del 40, regresó a Montevideo y al descubrir el folklore afro-uruguayo, se entregó a captar en sus cuadros todo aquello que se relacionaba con el candombe y la comparsa. De esta forma se vinculó estrechamente a la vida del conventillo “Mediomundo”, una casona habitada por un sinnúmero de familias negras, donde instaló su atelier de pintura.
Sobre ese tema pintó cientos de obras, compuso candombes para las comparsas, dirigió coros, decoró tambores y fue incentivador de un folklore que en ese momento luchaba por imponerse contra la incomprensión.
Impulsado por su interés en la cultura negra, viajó a Brasil, desde donde iniciaría un largo periplo a través de todos aquellos países de América donde la negritud tenía fuerte presencia como Colombia, Perú, Panamá, República Dominicana, o Haití,
Pasó luego a África, visitando Senegal, Liberia, Congo, Camerún, Tchad, Nigeria y Fernando Pó. En ellos realizó numerosas pinturas y murales en adhesión a la lucha que los africanos comenzaban en búsqueda de la liberación de su continente.
En la década del 50 conoció a Picasso, Dalí, De Chirico y Calder en sus talleres. De ese peregrinaje europeo guarda uno de sus mejores recuerdos: la invitación de Picasso a visitarlo en su residencia-taller de “Villa California” en los Alpes Marítimos.
Ese mismo año, Jean Cassou, Director del Museo de Arte Moderno de París, lo animó a presentar su obra en la Maison de l’Amérique Latine. Su repercusión hizo que pasara luego a ser exhibida en Inglaterra y en los Estados Unidos.
Fiel a su espíritu de investigador, recorrió numerosas islas de los Mares del Sur pintando, escribiendo y filmando. Integrando la Expedición Francesa “Dahlia” logró realizar en África el film “Batouk”, distinguido para clausurar el Festival de Cannes.
Entrelazados con sus viajes, sus horas de pintura alternaban con la construcción de su taller del mar, hoy mundialmente conocido como “Casapueblo”. Ubicada sobre los acantilados rocosos de Punta Ballena, su casa se transformó en un símbolo del lugar. El artista define a Casapueblo como su barco quieto, trampolín para partir y al que siempre regresa, su baúl para almacenar los recuerdos, su escultura habitable.
El 13 de octubre de 1972 se vio vinculado a una historia muy alejada del arte. El avión en el que viajaba su hijo Carlos Miguel desapareció en la Cordillera de los Andes y ello le impuso la consagración de tres meses para colaborar en las búsquedas. Luego de setenta días de dolorosos rastreos tuvo la alegría de recuperarlo vivo en vísperas de la Navidad.
Vivió en Nueva York y en San Pablo y luego regresó a Buenos Aires. Fue así que instaló su atelier una antigua casa de madera de Tigre. Allí continuó incursionando en el campo de su “arqui-textura” su forma tan original de construir. Como resultado dejó su sello con “Casapuerto” (Boat Park), un emprendimiento náutico frente al Río Luján, su casa taller en la Avenida Gral. Campos y la Capilla del Cementerio “Los Cipreses” en San Isidro.
Esta condición de “local” en el Tigre fue uno de los factores que impulsaron a las autoridades a organizar la muestra. Saiegh recordó que “el intendente Massa dijo al principio de la gestion que debíamos darle espacio a los creadores y a los artistas de Tigre, y Páez Vilaro es uno de ellos por eleccion, con un alto valor agregado en el trabajo de transformar su casa en taller abierto al publico”.
Museo Municipal de Bellas Artes de Tigre
Paseo Victorica 972. Tigre
Del 11 de julio al 31 de agosto
Miércoles a viernes: 10 a 18
Sábados y domingos: 12 a 18
Costo de la entrada: 5 pesos
Jubilados: Gratis los días Miércoles
Tel.: 4512 4528
Email: museodearte@tigre.gov.ar