Pero la explicación esgrimida por Media Rights Technologies, propietarios del sitio BlueBeat.com, con el fin de justificar el sistema implementado para vender música de los Beatles que violaba los derechos de autor, agota todas las posibilidades.
Todo ocurrió en 2009 cuando la firma californiana comenzó a vender, a través de su portal, canciones de la mítica banda inglesa y de artistas como Radiohead, Coldplay y Bonnie Arit, a 25 centavos de dólar, antes de que salieran a la venta legalmente en iTunes.
Aclaremos algo: la protección de la propiedad intelectual, que lleva varios siglos intentando consagrase como la herramienta posible que permite sostener el circuito financiero del mundo, no sólo implica beneficios para los países desarrollados que realizan grandes inversiones sino que incentiva y favorece a las economías emergentes ofreciendo un canal seguro para investigar y crear, bajo la certeza de que los derechos derivados de sus invenciones estarán plenamente asegurados. Y BlueBeat.com no aspiraba a transitar esos caminos.
Media Rights Technologies, por su parte, explicó que dicho portal no ofrecía el contenido original, sino que había regrabado la música e introducido unos toques artísticos, basados en una técnica llamada «simulación psico-acústica» o fair use. Una mala tesis que evidencia una pésima síntesis.
Los consumidores de este tipo de sitios deberían pensar, por un instante, que estas plataformas no mejoran un producto, no innovan, no agregar valor, simplemente persiguen un sólo objetivo: hacer dinero con el conocimiento ajeno. Y la creación en cualquier rincón del planeta no debería ser motivo de preocupación porque sin ese sistema integrado de propiedad industrial y derechos no hay posibilidad alguna de anticipar el futuro.
Aquellos países que esfuerzan recursos para proteger sus creaciones parecieran marcar el rumbo jurídico del mundo. Sucedió recientemente en Francia, con el caso de Emule Paradise, donde su autor fue acusado de abrir un sitio que permitía bajar películas mediante el sistema de intercambio de ficheros y alzarse con una bolsa de más de 400 mil euros.
El caso en cuestión parece haberse resuelto de otra manera. La jueza federal de California, Josephine Staton Tucker, determinó en diciembre que Media Rights Technologies violó los derechos de autor de EMI al vender de forma ilegal música de los Beatles y otras bandas en su página BlueBeat.com en 2009 y rechazó de plano el argumento del fair use, tachándolo de «lenguaje pseudo científico oscuro e indefinido (que) parece ser una forma retorcida de describir el ‘sampling'». La firma ha accedido a pagar u$s 950.000 al sello de la banda pero ahora enfrenta cargos con las compañías discográficas de los otros artistas.
Ahora bien, toda sociedad tiene derecho a acceder y disfrutar de los bienes culturales ideados en su propio centro de invención pero para que esto suceda es imprescindible balancear este derecho con el del autor de los bienes culturales.
Los sitios de descargas como BlueBeat.com no están democratizando la cultura ni haciendo beneficencia con aquellas personas que no pueden comprar un disco a precio del mercado. Lo que están haciendo es zanjar una brecha aún más profunda entre la industria y la producción de los bienes culturales.
Por Monserrat Guitart Piguillém
Socia de Carranza Torres & Asociados
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