Las muertes por siniestros de motocicletas crecieron en forma desproporcionada en las Américas en las últimas dos décadas, según un estudio realizado por la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS).
El estudio Tendencias de heridas fatales en las Américas 1998-2010, publicado recientemente en la Revista Internacional de Control de Lesiones y Promoción de la Seguridad (International Journal of Injury Control and Safety Promotion, según su nombre en inglés), muestra que las muertes relacionadas con la motocicleta en la región aumentaron un 227% en 12 años, al pasar de 3.209 en 1998 a 10.505 en 2010.
Los hombres son los mayores usuarios de motocicletas en América Latina y aquellos de 25 a 34 años fueron las víctimas principales. Además, tienen un riesgo relativo de muerte 7,8 veces mayor que las mujeres, según arrojó la investigación.
“Los recientes cambios económicos, el rápido incremento de las tasas de motorización, la asequibilidad de las motocicletas por sobre el transporte público, la falta de políticas de transporte público adecuado y otras medidas suficientes para mejorar la seguridad pueden explicar estas tendencias”, señaló Eugênia Rodrigues, asesora regional de Seguridad Vial de la OPS/OMS y una de las investigadoras del estudio.
El estudio recopila por primera vez información de 17 naciones de la región para resaltar la gravedad del problema y plantear hipótesis que podrían explicar el fenómeno. Se trata de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Estados Unidos, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Puerto Rico Suriname, Trinidad y Tobago, y Venezuela.
Según los resultados de la investigación, los países con las mayores tasas de mortalidad fueron Colombia (3,6 por 100.000), Brasil (2,9 por 100.000), Paraguay (2,5 por 100.000) y Suriname (2,2 por 100.000). Por su parte, Chile y Ecuador (0,2 por 100.000) tuvieron las tasas más bajas. Sin embargo, los mayores incrementos en el Cono Sur fueron en Chile y Paraguay.
En la región, las lesiones relacionadas con el tráfico son la causa número uno de muerte entre los niños de 5 a 14 años y la segunda causa entre los jóvenes entre 15 y 44 años. En 2010, se produjeron 149.992 muertes relacionadas con el tráfico en las Américas y se estima que 5 millones de personas resultaron heridas. Los motociclistas representaron el 15% de estos fallecimientos.
Los conductores de motocicletas son especialmente vulnerables a las lesiones debido a las altas velocidades que pueden adquirir, sumado a las pequeñas estructuras vehiculares que ofrecen poca protección y son más difíciles de ser vistos en el tráfico. Por lo tanto los conductores involucrados en colisiones tienen más probabilidades de morir o resultar gravemente heridos debido a la alta frecuencia de lesiones en la cabeza, el pecho y en las piernas.
En las Américas, el número de vehículos matriculados se ha estimado en más de 422 millones de los cuales aproximadamente 38 millones son motocicletas. Las tasas de motorización varían de un país a otro de 55 por 1000 en Perú a 779 por 1000 en los Estados Unidos, así como se observa diferencia del tipo de vehículos.
Los resultados del estudio sugieren que los países más pobres tienden a tener mayores tasas de fatalidades por motocicleta, así como aquellos con mayores desigualdades.
Menos de la mitad (40,6%) de los países de la región tienen una ley del casco adecuada, que implica que deben ser usados por todos los pasajeros de todas las edades, de todos los tipos de vehículos motorizados de dos ruedas, en todas las carreteras, y cumplir con las normas de seguridad específicas.
Para frenar o revertir esta tendencia fatal, son necesarias una serie de medidas como el desarrollo y la aplicación de las normas estándares de seguridad de la motocicleta, leyes integrales para el uso de casco por todos los pasajeros, carriles exclusivos para motocicletas, controles de los límites de velocidad y de la calidad y seguridad de este tipo de vehículos, y políticas que incentiven el uso de transporte público.
El estudio fue realizado por los investigadores Eugênia Rodrigues, Antonio Sanhueza y José Escamilla-Cejudo, de la OPS, junto con Andrés Villaveces, del Instituto Cisalva de la Universidad del Valle, de Colombia.