Por Gonzalo Soliverez, Gerente General de Enerminds
Muchas cosas nos está enseñando la pandemia, no solo desde el punto de vista sanitario, sino también desde lo social y laboral. Estamos viviendo una situación sin precedente que nos obligó a todos a adaptarnos, y rápidamente, a este nuevo escenario.
Desde mi lugar, como ejecutivo de una empresa de tecnología PYME, fue mucho, y es, lo que aprendimos y estamos aprendiendo. Y si bien, somos una empresa que siempre prefirió el trabajo en oficinas y las reuniones cara a cara, hace tiempo que nos venimos preparando para que una situación de este tipo nos impacte lo menos posible: a los colaboradores, a nuestros clientes, proveedores, y al negocio en general. Notebooks en lugar de desktops, aplicaciones en la nube, reducir al mínimo el uso de papel, acceso a todo desde cualquier lugar, fueron algunas de las medidas que tomamos. Preparar la empresa para sobrevivir en tiempos de crisis debería ser una de las prioridades de discusión de todo comité de accionistas y de ejecutivos.
En estos tiempos, cuidar el bienestar de los colaboradores es fundamental. Para entender lo que necesita la gente se requiere un contacto cercano y permanente. Alguien debe cumplir el rol de llamarlos todos los días, ayudar a generar espacios de integración que se adapten a esta nueva realidad y verificar que todos tienen lo que necesitan para hacer su trabajo. No hay que dejar que todo se detenga. Hay que mantener el impulso de las iniciativas en curso e incluso colaborar en su transformación. Es necesario alentar a propios y a externos a evolucionar. Es clave para la empresas en el contexto del COVID-19.
Los líderes de las empresas entendimos desde el primer día que teníamos un enorme desafío por delante. Guiar, entrenar, contener a los colaboradores en su casa en una situación absolutamente nueva, con reglas y condiciones distintas a las usuales que requiere dejar de lado los viejos paradigmas. Al problema de la distancia física se suma la situación general de estrés a la que todos estamos sometidos producto de la cuarentena. Es un cocktail explosivo que como líderes tenemos que poder manejar en forma positiva. Para esto, es fundamental entender que todos estamos haciendo lo mejor posible.
Más que nunca, es el momento de preocuparse por el otro, preguntarle cómo está, qué necesita, con una escucha activa. Hay que tener siempre presente que la gente no tiene descarga, un comentario negativo es una carga emocional muy pesada en este momento. Unos porque están solos y otros porque están sobreestimulados con toda la familia y los chicos en casa sin ir al colegio. Esta situación nos expone a límites que no conocíamos, y por lo tanto es un momento para centrarse en lo positivo. Para escuchar y ser comprensivos. La mejora vendrá después.
Como empresa es esperable no afectar nuestra cadena de pago mientras sea posible, dándole a nuestros proveedores y colaboradores un contexto de seguridad y tranquilidad a través del pago de facturas y salarios según lo previsto. Más allá de que existan alternativas, beneficios y exenciones pensadas para las empresas y personas impactadas por la crisis, todos debemos actuar con responsabilidad de acuerdo a nuestra realidad. Es esperable que aquellos que mantienen sus ingresos lo extiendan para tener al día el pago de sus servicios, cuotas, servicio doméstico y todo lo que depende de ellos. Esto es lo que permite que la rueda gire. Yo cobro, pago y vuelvo a cobrar. Si todos nos bajamos, la rueda no gira más. Todos perdemos.
Empresas y personas que se conduzcan con ética y solidaridad son las que permiten atravesar crisis como ésta en un contexto mucho más favorable para el conjunto.
Con una política de gestión de crisis, una planificación permanente y un liderazgo positivo, las crisis se sortean. Como se suele decir “toda crisis es una oportunidad” y ésta no es la excepción. Nuestro contexto es cambiante y adaptarnos es una competencia que todos debemos tener.
En un abrir y cerrar de ojos, todo cambia, todo se transforma. La manera de hacer negocios, la forma de concebir las organizaciones, el contacto con nuestros colaboradores, proveedores y partners. Incluso, la educación de nuestros hijos, los momentos de ocio y porque no, las relaciones sociales. Esta pandemia nos da la oportunidad única de replantear y reevaluar cuáles son las verdaderas necesidades básicas y primarias. Tomemos esta gran oportunidad que el mundo nos está dando para hacer un futuro mejor.
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