Las dos presidentas

Aún cuando luego de ser consagrado el voto femenino una legión de mujeres ocuparon bancas de senadoras, diputadas y concejales, a nivel nacional, provincial y municipal, siguió siendo impensable durante años que una mujer gobernara una provincia o ejerciera la presidencia de la Nación.
Pasarían 23 años de vigencia de los derechos cívicos femeninos hasta que una mujer, María Estela Martínez de Perón (Isabel para sus amigos) llegara a la Presidencia y 33 años mas para que otra mujer, Cristina Elisabeth Fernández de Kirchner, se consagrara como la segunda presidenta argentina. En tanto, la primera gobernadora, Fabiana Ríos, fue elegida en Tierra del Fuego el 24 de junio de 2007.
Las dos presidentas tuvieron un común denominador: ambas sucedieron en la jefatura del Estado a sus respectivos maridos. Cabría preguntar: si sus esposos no le hubieran abierto el camino siendo ellos presidentes, ¿habrían podido llegar ellas a la primera magistratura?. Cualquiera fuere la respuesta que podamos imaginar no desmerecería el papel de la mujer argentina en el ámbito político.
Las circunstancias son conocidas: Isabel era la vicepresidente -su primer cargo electivo- cuando murió Perón en 1974, debió sucederlo, pero fue derrocada en 1976. Cristina -con antecedentes parlamentarios propios- encontró el campo arado por su esposo Néstor Kirchner, un presidente que participó activamente en la campaña electoral inclinando la cancha a favor de su mujer, a quien virtualmente le concedió el derecho sucesorio.
Veamos ahora las trayectorias de una y otra.

La primera presidenta

María Estela Martínez Cartas, mas conocida como Isabel Perón o, sencillamente, Isabel o Isabelita, mas allá de los juicios que haya merecido el resultado de su gestión como gobernante tiene, por cierto, reservado un lugar en la historia por dos razones: haber sido la esposa de Perón que lo acompañó durante el exilio y hasta su muerte tras retornar a la Argentina y, muy especialmente, por ser la primera mujer que ejerció la presidencia de la Nación en nuestro país.
Nació en La Rioja, el 4 de febrero de 1931, en un hogar de clase media. Sus padres fueron Carmelo Martínez, funcionario del Banco Hipotecario y María Josefa Cartas.
Desde joven despertó en ella una vocación artística, inclinada hacia la danza y el teatro. Ello determinó que se radicara en Buenos Aires para realizar sus estudios en el conservatorio del teatro nacional Cervantes. Estudió danzas, teatro, música y piano. No se conoce en detalle su carrera artística -que abandonó luego de conocer a Perón- salvo que, a los 23 años, integró una compañía teatral que hizo una gira por Latinoamérica. Su actuación en el exterior le permitió conocer al líder del justicialismo.
Isabel nunca abundó en detalles acerca de su pasado artístico, ni las circunstancias en que se relacionó con Perón, pero algunos testigos -entre ellos Roberto Galán, de conocida actuación televisiva- refirieron que el encuentro se concretó en Panamá, en 1955, pocos meses después del derrocamiento de Perón, quien habría concurrido a un espectáculo donde actuaba Isabel que, a partir de entonces, se desempeñó como una suerte de secretaria, abandonando definitivamente las tablas.
Ambos siguieron juntos la ruta del exilio del ex presidente por Caracas y Ciudad Trujillo, la capital de la República Dominicana que, luego del derrocamiento del dictador Leónidas Trujillo, recobró su tradicional nombre de Santo Domingo. En 1960 viajaron a Madrid y allí se radicaron. Al año siguiente, el 5 de enero, se casaron en la capital española.
A partir de entonces Isabel tuvo un mayor protagonismo político. Si bien Perón contó siempre durante su exilio con un delegado personal que lo representaba en Buenos Aires, en varias oportunidades encomendó a su esposa ciertas misiones especiales cuando se presentaron algunos conflictos en el peronismo, que la trajeron a la Argentina en 1965 y en 1971. Cabe señalar que Isabel acompañó a Perón en su frustrado retorno al país, viaje que terminó en Río de Janeiro en 1964.
En aquel tiempo la residencia madrileña de Perón en Puerta de Hierro se había convertido en la meca de los dirigentes peronistas que le llevaban sus planes y propuestas. Fue entonces cuando esos visitantes advirtieron la gravitación que estaba alcanzando, especialmente sobre Isabel, ese curioso y esotérico personaje que fue José López Rega, que despertaba la desconfianza de los peronistas, salvo aquellos que se cobijaban bajo su sombra siniestra.
Finalmente, en 1972, llegó a su fin un exilio que había durado 17 años. Perón arribó el 17 de noviembre junto con Isabel y gran número de dirigentes que colmaban el avión de Alitalia que los trajo al país desde Madrid. En Buenos Aires, Héctor Cámpora, el presidente que había sido electo en 1973, tenía todo preparado -comenzando por su renuncia y convocatoria a elecciones- para allanar el camino hacia el tercer período presidencial de Perón.
Para algunos la sorpresa fue la fórmula que decidió presentar el justicialismo, pues Isabel acompañó a su esposo como candidata a la vicepresidencia. Elegidos ambos por el voto popular, asumieron sus cargos el 12 de octubre de 1973. Perón había regresado y llegado a la presidencia de la Nación por tercera vez con la salud quebrantada. Esta circunstancia hizo que muchos peronistas consideraran poco menos que un desatino que Isabel ocupara el primer lugar en orden a la sucesión presidencial, que se concretó el 1 de julio de 1974, pues a la muerte de Perón la vicepresidenta asumió la primera magistratura.
Eran tiempos violentos y tumultuosos, situación agudizada por los problemas económicos y sociales. Menudeaban los enfrentamientos en el seno del peronismo, así como las incursiones de las organizaciones armadas, como los montoneros y la triple a, por sólo citar a las mas notorias. Era demasiado para conducir el país con la carga de inexperiencia que llevaba Isabel, cuyo derrocamiento comenzaron a tramar los mas altos jefes de las Fuerzas Armadas. Incluso los líderes políticos de entonces intentaban una salida que evitara el golpe, pero a partir del alejamiento de Isabel.
No hubo solución posible y los militares dieron finalmente el anunciado golpe el 24 de marzo de 1976. Se había iniciado una ominosa dictadura. Isabel, sacada de la Casa Rosada en helicóptero, comenzaba a padecer con estoicismo un arresto que se prolongaría durante cinco años.

Liberada en 1983, se radicó en España, donde vive actualmente con muy bajo perfil. Vanos fueron los esfuerzos de algunos peronistas para que asumiera cierto liderazgo o representación partidaria. Evidentemente la lucha política no era lo suyo. Estuvo varias veces en la Argentina pero atendiendo cuestiones particulares.
Se le debe reconocer su fidelidad a Perón. Se le puede reprochar su apego a López Rega. En su favor puede afirmarse que, con todos sus errores y viendo el país en perspectiva, hubiera sido preferible que siguiera gobernando, en lugar de la dictadura que ensombreció a la Argentina durante tantos años. No es un dato menor que Isabel dejó el país con una deuda externa de 7.000 millones de dólares y, en los seis años siguientes, la dictadura elevó esa deuda a mas de 45.000 millones de dólares.

La segunda presidenta

Cristina Elisabeth Fernández nació en La Plata el 19 de febrero de 1953. Su padre, ya fallecido, era radical y mediano empresario del rubro del transporte colectivo de pasajeros. Su madre, Ofelia Giselle Wilheim, peronista, se desempeñaba como empleada del Ministerio de Economía bonaerense, donde desarrollaba actividad sindical.
En su ciudad natal Cristina cursó los estudios primarios, secundarios y su carrera de abogada en la Universidad Nacional de La Plata. Su paso por la Facultad de Derecho platense cambiaría su vida al conocer allí a otro estudiante, Néstor Carlos Kirchner, con quien se puso de novia. Ese estudiante era oriundo de Santa Cruz y, como tantos otros jóvenes, se había radicado en La Plata para seguir sus estudios, militando en la Federación Universitaria Revolución Nacional.
Cristina y Néstor -tres años mayor que ella- se casaron, por civil, el 9 de marzo de 1975. El flamante matrimonio alquiló una casa en City Bell donde vivieron hasta julio de 1976
-cuatro meses después del golpe que derrocó a Isabel- cuando decidieron mudarse a Río Gallegos, donde instalaron un estudio jurídico especializado en cobranzas. Néstor ya era abogado y Cristina se recibiría al año siguiente. El estudio tuvo un exitoso funcionamiento, según refieren vecinos de la capital santacruceña, brindando a los esposos algunos años de prosperidad económica. Luego, con el retorno de la democracia, el gobernador peronista Arturo Puricelli nombró a Cristina en la administración provincial con categoría 24, mientras que Néstor era electo, en 1987, intendente de Río Gallegos y, mas tarde, gobernador de la provincia.
En tanto, Cristina iniciaba su carrera política, siendo elegida diputada provincial en 1989 y reelecta en el cargo. Luego se desempeñó como diputada nacional, senadora nacional, convencional nacional constituyente (1994), en todos los casos representando a la provincia de Santa Cruz, y reelecta senadora nacional (2005), pero esta vez por la provincia de Buenos Aires, postulada por el Frente para la Victoria. Este mandato, que iba a durar hasta 2009, quedó trunco al ser electa presidenta de la Nación, el 28 de octubre de 2007. En el orden partidario, fue presidenta del Congreso Nacional Justicialista (2005).
Cristina es madre de dos hijos, Máximo y Florencia.

¿Un toque de atención para los hombres?

Los comicios del 28 de octubre de 2007 depararon el ascenso político de la mujer con un dato inédito y contundente, pues fueron dos mujeres las mejor posicionadas: Cristina, la ganadora y Elisa Avelina Carrió, quien ocupó el segundo lugar, aventajando ambas a todos los candidatos presidenciales hombres que se presentaron a las elecciones, once en total. Además, hubo otra candidata presidncial, la socialista Vilma Ana Ripoll, quien si bien estuvo muy lejos de los puestos de vanguardia, logró superar a los seis candidatos hombres que ocuparon las últimas posiciones. ¿Será un toque de atención para los hombres políticos que procuran ganar el voto de la ciudadanía?.
Ahora Cristina debe asumir la difícil responsabilidad de demostrar lo que Isabel no pudo o no supo hacer: que una mujer, además de ganar una elección, es capaz de gobernar con eficiencia.

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Redacción Covernews

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Etiquetas: negocios política

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