Los fabricantes españoles de productos de protección sanitaria, bajo la Asociación Española de Fabricantes de Mascarillas, Batas y EPIs, OESP, han conseguido crear más de 700 puestos de trabajo directos desde que naciera esta nueva industria con motivo de la pandemia el pasado marzo de 2020. Además, alertan del peligro de la competencia desleal del mercado asiático respecto a la comercialización de productos sanitarios no homologados.
OEsp, que ya cuenta con 18 asociados y una capacidad de producción de más de 160 millones de mascarillas al mes, alerta de la necesidad de un mayor control al material sanitario que se comercializa si se quiere proteger la industria española de fabricantes de estos productos.
Jorge Lázaro, vicepresidente de OEsp, asegura que “para que la nueva industria de fabricantes españoles no desaparezca, necesitamos que los productos que se compren garanticen que tienen las certificaciones y homologaciones requeridas para asegurar la protección de la población”.
En concreto, todos los miembros de OESP disponen de la licencia de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS), lo que garantiza la seguridad ante la Covid-19 para todo aquel que usa mascarillas de sus fabricantes asociados, presentes ya en diversas partes de la Península y algunos países europeos.
Es la propia AEMPS quien mantiene que más de 100 productos que se han analizado no cumplen las certificaciones requeridas, lo que supone un riesgo para la salud pública. Más aún en un momento en el que tal y como recoge el estudio “Un año de COVID-19 (III): Hábitos sobre el uso de la mascarilla”, impulsado por la distribuidora farmacéutica Cofares, más del 70% de los españoles seguirá usando mascarilla incluso cuando no sea obligatoria.
Ante la amenaza por la producción masiva de productos sanitarios provenientes del continente asiático, desde OEsp, Lázaro alerta que “proteger el producto origen España es necesario para garantizar que la nueva industria sobreviva. Para ello, las barreras de entrada para estos productos, la mayoría de las veces sin las certificaciones requeridas, deben ser más altas y, a su vez, habría que someterlos a un mayor control para determinar las condiciones de los productos”.
Actualmente, son muchas las fábricas que están viéndose obligadas a cerrar ante la competencia desleal del producto de este continente. Además, los pocos fabricantes que quedan son conscientes de que es un sector en peligro de extinción si no se regula. De ahí que, cada vez, las preocupaciones sean compartidas entre más fábricas o salas de producción y estén uniendo fuerzas asociándose a OEsp para combatir estas malas prácticas.
De desaparecer esta industria, podría peligrar el abastecimiento que hoy en día se tiene en instituciones y centros de salud nacionales y que, además, se produjo gracias al aumento de oferta de estos productos sanitarios que supuso la aparición de este nuevo tejido empresarial.
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