El crecimiento de los residuos domésticos generados en las grandes ciudades, así como las limitaciones que comienzan a mostrar los rellenos sanitarios, son motivo de preocupación para extensionistas e investigadores la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), que en los últimos años vienen trabajando en proyectos para concientizar a la población sobre la problemática, y en el desarrollo de nuevas tecnologías para mitigar el impacto ambiental.
Estas iniciativas surgidas de la universidad comprenden al programa de extensión MIRA -que promueve la racionalidad del consumo y el manejo de residuos domésticos-, el proyecto institucional de separación en origen FAUBA Verde, así como el trabajo de investigadores junto al CEAMSE para generar nuevas tecnologías y transferirlas con soluciones novedosas que abarcan desde la producción de compost a partir de residuos de poda hasta el uso de rellenos sanitarios clausurados para producir biomasa y generar energía.
En 2007, la FAUBA comenzó a implementar la separación en origen de papeles que se donaban a la Fundación Garrahan. Esa primera acción derivó, un año después, en la creación del Grupo MIRA (Manejo Integral de los Residuos por el Ambiente), por iniciativa de docentes, no docentes y estudiantes de la carrera de Ciencias Ambientales. «Compartíamos la preocupación por el crecimiento de los residuos. Y queríamos hacer un aporte desde la universidad, creando conciencia y trabajando con los vecinos», explicó María Semmartin, investigadora de la cátedra de Ecología y una de las coordinadoras del grupo de extensión.
Desde entonces, la Facultad de Agronomía de la UBA separa sus residuos en origen con la colaboración docentes, estudiantes, personal de apoyo y recuperadores urbanos de la Cooperativa El Álamo, quienes en 2009 se sumaron a la separación de materiales reciclables como plástico, cartón, vidrio y metales. «Luego se fueron sumando otras facultades de la UBA como Ciencias Exactas y Arquitectura, y hoy se está gestando el Programa UBA Verde, para evaluar la posibilidad de separar en origen en toda la UBA», señaló Alejandra Reich, coordinadora de la Comisión UBA Verde y de FAUBA Verde, que desde 2011 institucionaliza las acciones desarrolladas en la facultad.
El objetivo es disminuir los 6 millones de kilos de basura que se generan por día en la Ciudad de Buenos Aires, en línea con la Ley de Basura Cero, que para 2020 prohíbe arrojar materiales reciclables en los rellenos. «La UBA juega un papel importante en la generación de residuos, porque aquí trabajan y estudian 360.000 personas, o sea el 10% de la población de la ciudad y que genera 518.000 kilos de residuos sólidos. El 50% de esos residuos son reciclables y podrían volver al circuito industrial», dijo Reich.
En relación a las acciones implementadas en la FAUBA, Semmartin afirmó: «Aquí encontramos una sensibilidad especial por estos temas, que se contagió a toda la comunidad, generando un cambio de hábitos». Y ejemplificó: «Podemos reducir los desechos eligiendo productos que contengan menos materiales no degradables o alargando su vida útil. También podemos volver a utilizarlos para otra función, como cuando reutilizamos una bolsa del supermercado para juntar la basura; y separar los residuos para que luego un recuperador urbano los clasifique y los venda a la industria que corresponda para que se reciclen».
Está claro que la posibilidad de disminuir los residuos que llegan a los rellenos sanitarios es una responsabilidad de todos los ciudadanos. Pero los trabajos de la FAUBA no terminan ahí: «Hace tres años trabajamos junto con CEAMSE para reciclar los residuos orgánicos, y destinar los rellenos sanitarios que se cierran a la siembra de pastos que se utilizan en canchas de golf y plantas lignocelulósicas (para producir energía renovable)», dijo Marta Zubillaga, investigadora de la cátedra de Fertilidad y Fertilizantes de la FAUBA.
En la planta norte del CEAMSE, los investigadores producen un compost con los residuos sólidos orgánicos provenientes de la poda de árboles del área metropolitana bonaerense. «Este proceso contribuye a evitar el colapso de los rellenos», dijo Zubillaga, haciendo referencia a un problema que se agrava en 1950 ciudades de la Argentina que poseen basurales a cielo abierto.
Además, destacó que con este trabajo se valorizan los residuos, puesto que ya no se ven como basura, sino como un producto. Tal es así que el compost de la FAUBA ya obtuvo la certificación del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), como enmienda de uso agrícola.
Otra línea de trabajo entre la FAUBA y el CEAMSE es la utilización de viejos rellenos sanitarios clausurados, para producir biomasa (materia verde) con plantas energéticas. «Podemos generar biomasa para la elaboración de biocombustibles de segunda generación en tierras que no son aptas para la agricultura y que, por lo tanto, no compiten con la producción de alimentos», señaló Zubillaga, e indicó que allí siembran la especie Miscanthus Giganteus, que importaron recientemente al país. Hoy, el invernáculo de la Facultad de Agronomía de la UBA es el único autorizado para reproducir los rizomas de esta especie.
La investigadora subrayó que afortunadamente en la facultad hay mucho interés en estos temas, sobre todo en relación al aumento de los alumnos de la carrera de Ciencias Ambientales, y que gracias a ello se están realizando acciones concretas.
«Es un camino de ida -consideró Semmartin- Porque cuando empezás a separar los residuos tenés un cambio de mentalidad: Ya no los ves como basura, sino como un producto que puede servirle a otra persona, que lo va a recuperar y que a la vez va a ayudar a mejorar el ambiente».