Alejandro Tombesi, Gerente General, Rodrigo Miguel, Vicepresidente Ejecutivo, Felipe Miguel, Director, y Horacio Sánchez Granel, Presidente de Led Argentina, coinciden en que se trata de «una tecnología de punta, con características disruptivas que suponen una transformación de los paradigmas vigentes».
Led Argentina ofrece el asesoramiento global de un proyecto de iluminación a través de la tecnología LED, abarcando soluciones, productos, instalación y servicio de post venta. «Nuestra propuesta consiste en reducir el costo de la energía a nivel nacional a través de la tecnología led explica Rodrigo Miguel . Es una propuesta ecológica, ya que se trata de un producto de última tecnología que consume muchísimo menos watts y brinda idéntica luminosidad con características mejoradas». Para lograrlo, la empresa dispone de una serie de acuerdos marco con los principales jugadores del mercado Led, lo que la habilita para ofrecer soluciones de iluminación en áreas esenciales como la iluminación pública y la semaforización.
{mosimage}El problema energético mundial es severo pero los países desarrollados ya están haciendo frente a esta situación reemplazando la iluminación tradicional por la tecnología LED (Diodos Emisores de Luz, en inglés Light Emitting Diode). Argentina, no está ajena de la problemática y ya tiene a su alcance la posibilidad de alinearse a la tendencia global aplicando la nueva iluminación en el sector público.
El ahorro de energía es hoy no una quimera inasible sino una oportunidad concreta que los avances tecnológicos han vuelto realidad: una de las vías plausibles para lograrlo son las lámparas LEDS, las cuales cuentan con una vida útil superior a los cinco años y consumen diez veces menos energía que una lámpara incandescente tradicional.
Si bien en la Argentina el costo de la energía todavía resulta muy bajo, esta situación no se presenta de manera homogénea a nivel global: en el mundo la problemática del costo de la energía es severa y se ha vuelto uno de los inconvenientes más acuciantes para los países desarrollados. La raíz del conflicto es nítida: el alto costo del petróleo influye en la obtención de la energía y, dado que la mayor parte de la misma se genera a través de subproductos y derivados del petróleo, esto hace que inexorablemente el impacto en el precio de los recursos energéticos se produzca de manera directa.
Pero los beneficios de la iluminación LED no descansan únicamente en el ahorro monetario, sino también en el modo en que esta tecnología impacta sobre el medio ambiente. Uno de los puntos centrales radica en cómo las lámparas LEDs afectan la emisión de los gases invernadero. Por ejemplo, en una oficina iluminada con lámparas dicroicas de 50 watts, éstas no sólo consumen 50 watts cada una sino que además generan calor, to que provoca el calentamiento del ambiente y demanda que se to refrigere. Por to tanto, al gasto energético que exige la iluminación se le suma también el que procede de la refrigeración del lugar. Reemplazar esas lámparas dicroicas por las LEDs que ofrecen un tipo de luz eminentemente fría en temperatura pero no en color supone un ahorro sustancial de energía, dado que además se necesita un menor consumo de aire acondicionado. Así, se genera una reducción sustantiva en la emisión de carbono.
Datos estadísticos recientes indican que el 20 por ciento de total de la energía generada a nivel mundial se consume en el sector de iluminación pública. La primer ciudad del mundo en anunciar el reemplazo completo de iluminación pública por tecnología Led fue Ann Harbor, Michigan EEUU. «La instalación de iluminación pública LED nos ahorrará más de u$s 100.000 al año y reducirá nuestras emisiones anuales de C02 en 300 toneladas» expresó su alcalde John Hieftje.
Para esta innovadora tecnología, el futuro luce promisorio: según estimaciones de Strategies Unlimited, el mercado de LEDs de alta luminosidad crecerá un 12 por ciento en el transcurso del 2008. Las cifras son alentadoras, ya que el segmento LED alcanzó los 4,6 billones de dólares en 2007 y en 2012 rondará los 10 billones de dólares. Si, frente a la razonable predicción de un escenario de escasez de recursos energéticos para las próximas décadas, las voces más pesimistas han preconizado