De acuerdo con la publicación, los retailers deberían prestar atención a los siguientes puntos para sacar provecho del cambio tecnológico y cultural que supuso la irrupción de la web: Ser estratégicamente vigilantes (Internet crea nuevos productos y servicios, mata a los ya existentes y acelera el ritmo del cambio); evaluar riesgos y recompensas (Cuando el cambio transformacional hace señas, puede ser más fácil de cuantificar probables pérdidas que el potencial de ingresos de productos y servicios completamente nuevos); poner primero al cliente (el enfoque de los sellos en el pasado con modelos y puntos de venta tradicionales deja que aparezcan nuevos competidores).
El aspecto más intrigante del nuevo álbum de Moby –compositor de música electrónica estadounidense cuyo verdadero nombre es Richard Melville Hall, quien tomó su nombre artístico del libro más famoso de su conocido tío bisabuelo, Herman Melville, Moby Dick- Innocents no es la música, sino el hecho de que el músico –conocido por su ayuda de llevar la música electrónica al mainstream- tiene partes del tambor, guitarra y teclado de código abierto por lo que los fans pueden remezclar sus canciones. Hasta el momento, paquete de música de Moby ha sido descargado dos millones de veces desde BitTorrent y 21.000 fans han remezclado su música para adaptarse a su gusto personal
Innocents es la culminación de una revolución que comenzó en 1979, cuando Sony lanzó el reproductor de casete portátil Walkman. El éxito de este dispositivo -y la versión para CD lanzada en 1984- demostró que los consumidores estaban dispuestos a pagar para oír música donde y cuando quisieran e integrar sus canciones favoritas en su vida cotidiana.
Sin embargo, esta revolución tuvo límites. Incluso con el Walkman, la música todavía tenía un formato físicó (cinta o CD) y debía ser comprada en una tienda -principalmente en un formato (el álbum) que diera ganancias a los sellos discográficos- y el reproductor de CD, aunque portátil, seguía siendo pesado.
Internet cambió todo eso. Con los archivos digitales, los productos físicos eran una opción, no una necesidad. Los artistas podían eludir las discográficas y distribuir música desde sus sitios web como hizo Radiohead, que vendió 1,25 millones de copias de su álbum In Rainbows de esta manera.
Los principales sellos discográficos, que habían invertido millones en la década de 1980 en la digitalización de su música para CD, inicialmente vieron a internet como una amenaza, en lugar de una oportunidad. Su modelo de negocio se había construido sobre los ingresos generados por el formato de álbum. A millones de consumidores todavía le gustan los álbumes, pero muchos otros prefieren descargar, compartir o alquilar música, y se sienten más felices si pagan 99 centavos por una canción que $20 por un álbum con algunos rellenos.
Deseosas de no canibalizar su negocio existente, los sellos permitieron que los de “afuera” (como Napster y Apple) impulsen esta revolución digital. Así, en el año 2000 los ingresos por la venta de música a nivel mundial comenzaron a declinar, un declive que se mantuvo hasta 2012 cuando mostraron un crecimiento de 0,3 %, y alcanzaron los 16.500 millones de dólares en Estados Unidos.
Para ser justos con los sellos, la fuerza destructora de la Internet no era evidente. Las principales incógnitas conocidas incluían: la seriedad del daño que podría a los minoristas de música tradicional, qué tipo de consolidación que podría provocar entre las etiquetas y cómo los artistas verían esta revolución. Y a pesar de repetidas predicciones de la desaparición del CD, el disco compacto seguía siendo el 57 % de los ingresos globales de la industria en 2012, en comparación con el 35 % para el sector digital, el de más rápido crecimiento.
Al igual que muchas grandes empresas obligadas a reinventar su negocio a toda prisa, las discográficas encontraron inicialmente que el cambio era más fácil de articular que de ejecutar. La definición de una nueva estrategia fue dura. Alinear a los líderes y a las divisiones detrás de esa estrategia, la medición de -y la reacción a- el éxito o el fracaso, y el cambio de comportamiento fue aún más difícil.
La música está ahora en todas partes -y los sellos se están beneficiando de nuevas fuentes de ingresos. Algunos han invertido en Spotify, un servicio con seis millones de usuarios que se suscriben para escuchar música online en vez de comprarla. Sony y Universal Music poseen parte de Vevo, el mayor canal de video musical en YouTube, en el que último video de Miley Cyrus generó un récord de 19,3 millones de visitas en 24 horas. Algunos también han negociado acuerdos para aceptar una reducción de los ingresos totales de sus artistas, incluidos los ingresos por merchandising y actuaciones en directo.
Los fans de Moby pueden remezclar su álbum de forma gratuita, pero si su innovación tiene éxito, artistas, empresas como BitTorrent y sellos podían cobrarle al consumidor por personalizar la música que ama. El rock and roll es un improbable pionero del movimiento open source, pero este tipo de iniciativas sugieren que la industria está redescubriendo su encanto.