“De acuerdo a nuestros monitoreos realizados en Benito Juárez y Laprida, la tucura encontrada es Dichroplus maculipennis; estimo que en los partidos cercanos se presenta la misma especie”, indica María Laura de Wysiecki, investigadora del Centro de Estudios Parasitológicos y de Vectores (dependiente del Conicet y de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata).
La especie D. maculipennis, conocida como tucura de alas manchadas, ha sido considerada históricamente por el agro argentino como la más dañina, dado que puede trasladarse a distancias de hasta 40 kilómetros. “La explosión poblacional de esta campaña se produce después de varios años de sequía y por haber prevalecido sobre sus enemigos naturales, parásitos y predatores, que las controlan biológicamente”, explica De Wysiecki, para luego agregar que “en Benito Juárez se contaron lotes con 50 y 100 tucuras por metro cuadrado”.
La tucura fue una plaga importante en los años 80, cuando la mayor parte de los campos se dedicaba a la ganadería, pero el avance de la agricultura con labranzas y los tratamientos con insecticidas clorados redujeron mucho su incidencia.
Sin embargo, en los últimos años el avance de la siembra directa sin remoción de suelo y las primaveras secas provocaron un gradual avance de la plaga, aunque dentro de niveles tolerables”, apunta De Wysiecki. Pero a fines de 2008 hubo una explosión poblacional detonada por los fuertes calores de noviembre. Las altas temperaturas aceleraron la eclosión de los huevos y el nacimiento de individuos que tienen gran capacidad de consumo.
Este año la tucura apareció temprano: durante los primeros días de diciembre se registró la presencia de ejemplares adultos de unos dos centímetros de largo, voladores y con capacidad reproductiva. “Se mueven en masa e ingresan a las cabeceras de los potreros agrícolas desde otros lotes de uso ganadero o en los que no se ha realizado remoción de suelo en los últimos años. De noche, se agrupan en postes del alambrado o en los tallos de los cardos”, comenta Roberto Botting, protesorero de la Asociación de Productores de Benito Juárez.
Las pocas pasturas que quedaban en pie en la región Sudoeste fueron aniquiladas por los ataques de tucuras; una vez que acaban con ellas, pasan a los cultivos.
Las plantas jóvenes y verdes de la soja son devoradas rápidamente por la plaga. “Las tucuras entran en masa por un costado del potrero y lo limpian en un tercio o más si no se las controla”, indica Botting. En maíz suelen dejar sólo los tallos, aunque también atacaron las barbas del trigo.
“Lo ideal hubiera sido hacer monitoreos oculares o con una red de arrastre (38 centímetros de diámetro y red de 70 centímetros de profundidad) en octubre, para medir la cantidad de insectos nacidos por metro”, dice María Laura.
El ciclo de crecimiento de la tucura es el siguiente: los huevos puestos en la tierra dan lugar a nuevos individuos en primavera, que pasan por varios estados de desarrollo (ninfas, adultos jóvenes –que son los que más comen– y adultos plenos, que comen menos pero que aún así pueden seguir generando daños).
Los sitios preferidos para la oviposición de D. maculipennis son los suelos de campos bajos, compactos y con cobertura vegetal escasa. Las hembras ponen más de cinco posturas y cada una contiene entre 20 y 40 huevos. Las ninfas nacen entre los meses de septiembre a noviembre, dependiendo de la localidad. Los adultos viven hasta el mes de abril y muy raramente llegan hasta mayo.
Cuando la población alcanza un nivel perjudicial, lo aconsejable es efectuar un tratamiento con plaguicidas, siempre y cuando –claro– la pérdida potencial generada por el ataque sea superior al costo de la aplicación. “Para esto se pulverizan los campos de pastoreo con mucha infestación y los potreros agrícolas de manera periférica, para evitar el ingreso desde lotes vecinos”, explica Botting, para luego añadir que “el insecticida más comúnmente usado es Fipronil, de acción sistémica y de contacto, aunque existen otras alternativas”. En el cuadro 1 pueden verse todos los productos aprobados para control de tucuras.
Material preparado por la Unidad de Comunicación y Marketing del Movimiento CREA