En 2001, Daniel Salamone formó parte del equipo técnico que logró clonar con éxito, por primera ver en América latina, una vaca modificada genéticamente. Así nació Pampita, la primera ternera de una dinastía de animales de la compañía Biosidus, que hoy produce la hormona de crecimiento humana en la leche de los animales.
Actualmente, Salamone es el director del Laboratorio de Biotecnología Animal de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA), desde donde investiga nuevas técnicas de clonación y transgénesis, con resultados que prometen grandes avances en los próximos años.
Algunos logros ya saltan a la vista: Este año, el grupo de estudiantes y tesistas que trabaja en el laboratorio la FAUBA, logró generar embriones transgénicos en cinco especies de animales (vacas, cerdos, caballos, gatos y ovejas).
«Estamos trabajando en el desarrollo de animales transgénicos para la actividad agropecuaria. Queremos mejorar la productividad, el aprovechamiento que animales hacen de la alimentación para que, comiendo la misma cantidad y calidad de materia seca, produzcan más kilos de carne o litros de leche, por ejemplo», explicó Salamone.
El desarrollo de esta nueva tecnología también permitiría mejorar los niveles de producción en regiones que poseen limitantes en cuanto a la oferta de alimentos. Pero, además, en el futuro también podría servir para generar una mayor resistencia a enfermedades en los animales.
Recientemente, este trabajo, en el cual también participaron el INTA Bariloche y el Conicet, mereció el premio Innovar 2008, organizado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, en la categoría Investigación Aplicada.
La investigación se propone utilizar el espermatozoide para introducir un fragmento de ADN exógeno, generando así embriones modificados genéticamente en vacas, ovejas cerdos, gatos y caballos. Siendo la primera vez, a nivel mundial, que una sola técnica resulta efectiva en cinco especies de mamíferos diferentes.
Todo comenzó con la inquietud del biólogo Federico Pereyra Bonnet, quien llegó al laboratorio de la FAUBA hace dos años para concretar su tesis de doctorado. «Él quería introducir las modificaciones genéticas a través de los espermatozoides, eso era algo a lo que yo le tenía desconfianza», recordó Salamone.
«Pero conocía el trabajo de un investigador inglés que había comprobado que en ratones, si se trataba el espermatozoide y luego se lo inyectaba, eso funcionaba. Entonces, le propuse que apueste a eso ¡y obtuvo resultados increíbles!», se alegró.
Bonnet se puso en marcha e, incluso, por esta labor, el año pasado recibió el premio que otorga la Sociedad Brasileña de Tecnología de Embriones. Fue la primera vez que este reconocimiento tuvo como protagonista a un estudiante que no fuese de origen brasilero.
De todas formas, el proceso siempre fue en equipo. «Hay que resaltar el espíritu de grupo», hace hincapié el director del laboratorio de la facultad. Pereyra Bonnet se encargó de los bovinos y ovinos; Gabriel Vichera (quien también recibió el premio de la Sociedad de Medicina Reproductiva y el de la Sociedad de Andrología) colaboró con los equinos; Ramiro Olivera, con los cerdos, y Javier Jarazzo trabajó con los gatos.