Pero un sitio de Internet bien diseñado, por muy bien escrito
y actualizado que esté, no tiene que ser forzosamente una fuente confiable de noticias.
Lo cierto es que, en un mundo tan complejo en el que la
información ha dejado de ser una comodidad poco común, el papel del
periodista se ha vuelto más importante que nunca.
A diferencia del propagandista o del chismoso, el periodista clasifica la
información disponible y determina, antes de ofrecerla al público, cuánto
hay de valioso y confiable en ella.
Los artículos noticiosos, así
contengan reportajes especiales o noticias de actualidad, deben ser
precisos.
Los periodistas no sólo recogen la información necesaria para
escribir el artículo, sino que también verifican dicha información antes
de utilizarla.
Cada vez que es posible, los periodistas se apoyan en
observaciones de primera mano, consultan múltiples fuentes de manera de
asegurar que la información recibida sea confiable y, salvo raras
ocasiones, identifican dichas fuentes de información, de manera que el
público pueda evaluar su credibilidad.
Pero el periodismo es algo más que la distribución de una información
basada en hechos. La propaganda también puede estar basada en hechos, lo
que sucede es que esos hechos son presentados de manera tal que ejercen su
influencia sobre la opinión de la gente.
Como señalamos anteriormente, los
profesionales de las relaciones públicas también pueden utilizar los
hechos, pero mostrando solamente una cara de la historia.
Los periodistas,
por el contrario, procuran ser justos y dar una visión total. Tratan de
narrar una historia auténtica y precisa que refleje la realidad y no su
propia percepción, o la de cualquier otro, de esa realidad.
Otro rasgo que diferencia al periodismo de otras formas de información es
la voluntad, por parte de los periodistas, de independizarse del público
que cubren.
Un profesional de las relaciones públicas al servicio de una
organización determinada, no incluiría una información que pudiera dar una
imagen negativa de la misma.
Un periodista, por el contrario, trataría de
ofrecer una visión total, aunque ésta no fuese del todo positiva.
Los periodistas no son simples correas de transmisión de sus propios
puntos de vista o de la información brindada por los demás. Los
periodistas son originales al reportar y no confunden hechos con opiniones
o rumores, tomando importantes decisiones editoriales.
Según Bill Keller, Director Ejecutivo del New York Times, una de las
principales responsabilidades del periodismo es la de «aplicar el juicio a
la información».
A diferencia de otros suministradores de información, los periodistas
deben, en primera instancia, ser fieles al público. Tal y como afirma en
su código ético la publicación canadiense Montreal Gazette, «el mayor bien
de un periódico es su integridad. El respeto hacia esa integridad se gana
con mucho esfuerzo y se pierde con mucha facilidad». Para mantener esa
integridad, los periodistas trabajan arduamente de manera de evitar
conflictos de intereses, ya sean reales o de percepción.
El concepto de objetividad en el periodismo se desarrolló hace casi un
siglo, como reacción al reportaje sensacionalista y de opinión, muy común
en los periódicos de la época. El término «objetividad» fue utilizado, en
sus orígenes, para describir una forma de abordar o método periodístico
mediante el cual, los periodistas tratarían de presentar las noticias de
forma objetiva, sin reflejar ninguna preferencia personal o corporativa.
Con el tiempo, los propios periodistas se exigirían a sí mismos esta
objetividad. Leonard Downie, editor ejecutivo del periódico estadounidense
The Washington Post, tomó tan a pecho este concepto que se negó a
inscribirse para votar. Sin embargo, muchos periodistas consideran
actualmente que es imposible lograr una objetividad total. En 1996, la
Sociedad de Periodistas Profesionales de los EE.UU. retiró la palabra
«objetividad» de su código ético. Y es que, en un final, los periodistas
son seres humanos que se preocupan por su trabajo y que realmente tienen
estados de opinión. Al afirmar que son totalmente objetivos, se pudiera
pensar que no poseen valores. En su lugar, coincidieron ampliamente en que
deben cuidarse de sus propias opiniones y mantenerlas a raya. Los lectores
no pueden inferir, del texto escrito, cuál es la opinión del periodista.
Con un método objetivo y científico para verificar la información, los
periodistas pueden ser capaces de escribir reportajes que no reflejen sus
puntos de vista personales. En otras palabras, es el propio texto el que
debe ser imparcial y justo.
Al no parcializarse en sus trabajos, los periodistas se esfuerzan también
por ser justos. Al tiempo que están al tanto de los puntos de vista
contrastantes, reportan sobre los mismos sin favorecer a ninguno. Además
de cerciorarse de la veracidad de los hechos, buscan opiniones que
difieren cuando los hechos están en conflicto.
Sin embargo, imparcialidad y balance no son la misma cosa. Balance hace
pensar en una historia con sólo dos vertientes –algo muy raro– a las que
se debe adjudicar el mismo peso.
Los periodistas que tratan de lograr ese
balance artificial en sus trabajos, pueden terminar produciendo reportajes
fundamentalmente imprecisos. Por ejemplo: la gran mayoría de los
economistas independientes puede estar de acuerdo respecto a las
consecuencias de una determinada política de gastos, mientras que un
puñado puede diferir, cosa que experiencias pasadas han demostrado. Un
trabajo que otorgue igual tiempo o espacio a los puntos de vista de ambos
grupos, no se ajustaría a la verdad.
Para los periodistas, el desafío consiste en reportar sobre todos los
puntos de vista significativos de una forma que resulte justa para todos
los involucrados, al tiempo que ofrezca al público una visión completa y
honesta. «Imparcialidad significa, entre otras cosas, escuchar diferentes
puntos de vista e incorporarlos al periodismo», declara el reportero y
blogger Dan Gillmor. «No significa repetir mentiras o distorsiones con el
fin de alcanzar esa equivalencia holgazana que lleva a algunos periodistas
a citar opiniones contrarias, cuando una cantidad abrumadora de hechos se
halla en un lado.»
De “El papel del periodista” por Deborah Potter, Directora Ejecutiva del Newslab (www.newslab.org)
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