Por Lic. Fabián Ruocco, Tecnólogo Organizacional, diplomado en Vinculación Tecnológica (Ley 23.877), Director Ejecutivo de la UVT – CEDyAT, y de VinTecAr 4.0, y miembro de la Red de Expertos de Silicon Valley
Las Tecnologías de Información y Comunicación no se detienen. Se encuentran tensionando las prácticas de las instituciones públicas tradicionales donde algunos procesos agonizan. Asimismo, los tiempos reflejan una reducción de los procesos, lo que antes tardaba décadas en cambiar, hoy se hace en pocos meses, afectando a gobiernos, ciudadanos, mercados, economías y países por igual.
Esto es resultado del impulso digital, profundizado por la herencia Postpandemia, generando nuevos modos y recursos que permiten promover iniciativas dentro y fuera del sector público. Un claro ejemplo es el caso de Vintecar 4.0, que rompió con la mayoría de los estereotipos sobre la génesis de la innovación y la tecnología en la Argentina. En especial, acabó con la idea de que la iniciativa privada es la generadora de la innovación y el estado es una máquina burocrática y pesada que obstaculiza el desarrollo económico.
El pensamiento tradicional concibe la iniciativa privada como la principal fuente de desarrollo, por tanto debe estar libre de regulaciones e impuestos. Sin embargo, la alianza estratégica de Estados y farmacéuticas durante el Covid-19 demostró la sinergia que genera la interacción e intervención del sector público en la promoción de innovación y desarrollo científico, logrando resultados efectivos en tiempo récord.
Es que el Estado también es una organización muy emprendedora del mercado con un rol esencial, si bien su motivación no es necesariamente económica, sino social, asume las inversiones de mayor riesgo en beneficio de la ciudadanía. La condición para que se creen tecnologías innovadoras pasa por un Estado que adopte un papel activo, pues la iniciativa privada no las desarrolla. El capital de riesgo, en realidad, no asume riesgos. Las empresas se limitan a entrar en las industrias cuando han superado las peores etapas, los famosos valles de la muerte, y esto sólo es posible con el apoyo decidido y el liderazgo del sector público.
Las Unidades de Vinculación Tecnológica operan bajo lógicas cooperativistas, articulando la capacidad del Estado, con el potencial del sector privado en beneficio de la sociedad, en una red que permite reducir costos y superar los conflictos generales que limitan el crecimiento económico. Una tríada que motoriza el desarrollo y exige la participación por igual de todos los sectores, sin dejar a nada ni nadie afuera.
Los países que progresan en el desarrollo de cualquier actividad son los que tienen la capacidad de aunar los esfuerzos de los diferentes sectores, en una interacción permanente entre la tecnología, el saber académico, el aporte del Estado y la intervención del sector privado.
El desarrollo de la I + D + I aporta grandes beneficios desde una óptica de posibilidad, potencial y creación, y no sobre una base de lo que se puede llegar a destruir. En este contexto, el fenómeno de la Internet y de las redes sociales produjo una deslocalización de los actores de esa innovación en el marco de la Ley 23,877: diferentes Unidades de Vinculación Tecnológica dispersas por todo el país, universidades, centros de gestión, expertos individuales, entre otros. Sus aportes generaron un marco de diseño colaborativo, orientado a la creación en políticas públicas, la apertura de los procesos y datos, la transparencia y la generación de nuevas ideas.
Salir del individualismo institucional y trabajar colaborativamente es sin dudas un cambio profundo, que ya está en curso. Esto debe ir de la mano con el diseño de instituciones que permitan que todos los agentes que asumen el riesgo del proceso innovador reciban una parte equilibrada del beneficio generado, y revertir un sistema actual que es generador de desigualdad.
Las verdaderas políticas de promoción de la innovación son aquellas que tienen la capacidad de recuperarse ante la adversidad para seguir proyectando un futuro positivo, de crecimiento y de bienestar para sus ciudadanos. Junto al aporte de las Tecnologías de la Información y Comunicación, la capacidad expansiva de estas políticas permitiría superar cualquier crisis y desigualdad económica, sólo es cuestión de apoyar las iniciativas inclusivas que favorezcan este ecosistema tríadico cooperativo.