Por la Lic. Alejandra Perinetti, Directora Nacional de Aldeas Infantiles SOS Argentina
Este 25 de noviembre es el día internacional por la eliminación de toda forma de violencia y discriminación contra las mujeres, adolescentes y niñas. Nuestra región, América Latina y el Caribe, es la más peligrosa –fuera de las zonas de guerra – para este grupo poblacional, ya que la violación a los derechos humanos de mujeres es extendida, sistemática y generalizada.
Argentina reitera el compromiso que tiene en visibilizar esta situación y denunciar que existen alarmantes cifras que dan cuenta del sufrimiento de millones de mujeres, adolescentes y niñas.
En Argentina en el primer semestre de 2019 se cometieron un total de 155 femicidios y 13 de las víctimas tenían menos de 11 años, de acuerdo con datos del Observatorio de Femicidios de la Defensoría del Pueblo de la Nación. Además, cada 26 horas un niño/a se queda solo por causa de violencia de género. En lo que va de 2019 en nuestro país son más de 100 los niños que quedaron huérfanos de madre por esta causa
La violencia física, psicológica, sexual y económica contra las mujeres se ejerce con intencionalidad y adquiere diversas formas, entre ellas, maltrato, violación, abuso, acoso sexual, trata, prostitución obligada, homicidios. Estos hechos son ejercidos, en la mayoría de los casos por personas cercanas a su entorno: parientes, amigos, conocidos, vecinos, compañeros de trabajo y en menor proporción por extraños. Significa que el principal círculo de protección y contención es el que amenaza, violenta, lastima, tortura.
Pero esta no es la única violencia. Las mujeres perciben un 17% menos de ingreso por mismo trabajo y categoría; además las estadísticas muestran que son mayormente mujeres quienes se quedan al cuidado de los hijos y/o hermanos o familiares enfermos, en el caso de las adolescentes más de 55.000 abandonan el colegio por esta causa. Esto impacta directamente sobre las posibilidades y trayectorias de las mujeres. Son además las mujeres quienes están a cargo del 85% de los hogares monoparentales con hijos a cargo.
La violencia no es sólo directa, sino que también es estructural, con condicionantes como la pobreza, el limitado acceso al ejercicio de derechos sexuales y reproductivos, el poco impulso de políticas públicas para promover la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, lo que se traduce en violencia material.
La desigualdad de género mata, pero antes de hacerlo, somete, vulnera, humilla y trunca el presente y futuro de más de una generación. Revertirlo es posible pero además de conciencia y compromiso social, son imprescindibles políticas públicas que sean pertinentes y cuenten con los recursos necesarios para restituir el derecho humano a la vida y garanticen el pleno desarrollo de las mujeres.