Las cefaleas en la infancia tienen una alta frecuencia de aparición dado que es un síntoma que acompaña a un amplio espectro de patologías: desde aquellas cefaleas que se presentan junto a un proceso infeccioso simple de vías respiratorias hasta aquellas consideradas graves como las que acompañan a un tumor cerebral. En un punto intermedio del espectro de posibilidades se encuentran las cefaleas primarias, siendo la Migraña y la Cefalea tipo Tensión las más prevalentes en los niños.
Pese a que las cefaleas primarias tienen un importante impacto en la vida del niño y de su familia, permanecen aún subdiagnosticadas y subtratadas. Un estudio realizado por los Drs. Lewis DW, Ashwal S, y colaboradores (Neurology 2002; 59:490-498) sobre 27.000 casos reveló que entre el 37 y el 51% de los niños de 7 años había presentado episodios de significativa cefalea y que a los 15 años, ese porcentaje había aumentado al rango de entre 57 y 82%.
En los menores de 6 años suelen predominar los síntomas gastrointestinales, y podemos encontrar cuadros de intensos vómitos, que en ocasiones puede llevar al niño a un estado de deshidratación. En otros pacientes pueden darse episodios de importante dolor abdominal y llanto, o la presencia de vértigos paroxísticos que se acompañan de vómitos y miedo (Síndromes Periódicos). Todos ellos exigen descartar previamente otras patologías para recién entonces pensar en que el pequeño sufre migraña. Si se presenta el dolor de cabeza, puede ser poco prominente.
Entre los 6 años y el inicio de la pubertad suele ser difícil hacer un diagnóstico diferencial entre migraña y cefalea tipo tensión, ya que las características son muy similares en este grupo etáreo. El dolor de cabeza es frecuentemente bilateral, de carácter opresivo, acompañándose con fotofobia – sonofobia (molestia a la luz y el sonido), y vómitos, con duración breve, comúnmente menos de 1 hora. Si la intensidad es severa pensaremos en una migraña, pero si es leve o moderada podríamos estar frente a una cefalea tipo tensión. De igual manera se tiene en cuenta la presencia de aumento del dolor con los movimientos y los antecedentes familiares de migraña como otra cuestión específica.
A partir de la pubertad, las características clínicas son, en forma progresiva, cada vez más semejantes a los cuadros que presentan los adultos con dolor de un solo lado de la cabeza, pulsátil (que late), severo, con duración mayor a 2 horas, sono y fotofobia, aumento de la intensidad del dolor con los movimientos y náuseas y/o vómitos.
Entre los factores desencadenantes del dolor de cabeza en niños, los más frecuentes son los malos o inadecuados hábitos de sueño y de alimentación y el stress, el cual puede ser generado por exigencias académicas o por dificultades familiares, por desorganización de las actividades y también por la realización de deportes competitivos.
Tratamiento
Cuando los episodios de dolor de cabeza son ocasionales, se indicarán medidas generales como facilitar el reposo en un ambiente silencioso, oscuro y con temperatura adecuada, para favorecer el sueño, ya que los episodios de cefaleas característicamente son breves, si el niño consigue dormirse, al despertar estará sin dolor. Solo si fuera necesario, de acuerdo a la intensidad del dolor, se pueden utilizar medicamentos especiales.
Si los episodios de dolor tienen alta frecuencia de presentación, es decir, 1 ó 2 veces por semana, o asimismo cuando no son tan frecuentes pero cada episodio es muy discapacitante o prolongado o cuando no es tolerado el tratamiento agudo, se indicará tratamiento de prevención con diversos grupos de fármacos.
En este sentido es importante considerar que los padres no deben administrar analgésicos a sus hijos sin mediar una indicación del especialista ya que la automedicación suele derivar en abuso de fármacos, lo que a su vez exacerba las cefaleas.
El tercer punto que debe ser considerado en el plan terapéutico es el tratamiento bio-conductual, que supone la implementación de medidas necesarias para la normalización del estilo de vida del paciente y el establecimiento de metas saludables como así también se debe considerar la intervención psicológica. Por ejemplo, es aconsejable que el niño realice actividad física de manera permanente, con moderación y con un espíritu recreativo y no-competitivo.
Todos los tipos de Cefaleas son tratados hoy en forma integral. Es importante educar al paciente y a sus padres sobre la importancia de cumplir con su tratamiento, así como de la detección de los obstáculos que puedan limitar su eficacia. En efecto, el correcto diagnóstico con un temprano y efectivo tratamiento evitará la progresión de los síntomas y las consecuencias de la migraña en la adultez.
Para ello, el paso previo a la realización de cualquier esquema terapéutico es identificar el o los factores desencadenantes y de esta manera poder prevenir muchas crisis de cefaleas, por lo que es necesario recurrir a un especialista ante los primeros síntomas.
Fuente: Dra. Noemí Tinetti, Directora de CEINSA –Centro Interactivo para la Salud- Coordinadora General Área Neurología Infantil- 9 de Julio, Pcia de Bs As/
Equipo Médico del Sol– Coordinadora General Área de Diagnóstico y Tratamiento Cefaleas Infanto Juveniles/ Miembro Titular de la Asociación Argentina de Cefaleas
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