Combustibles que se siembran y cosechan

El petróleo ha desatado conflictos y provocado guerras e invasiones. Su empleo generalizado en las industrias y los transportes ha generado una masiva contaminación, responsable principal del temible efecto invernadero, causante de devastadores desastres ecológicos, como recurrentes y prolongadas sequías y arrasadoras inundaciones, que dejaron el tendal de víctimas y desataron destrucción, pérdidas de cosechas y hambrunas.

Además, la comercialización del petróleo está atada a los vaivenes económicos y políticos mundiales que, cíclicamente, disparan su precio, gravitando sensiblemente sobre los costos industriales, del transporte y el agro. Por otra parte, los combustibles fósiles, como el petróleo, no son renovables. Su agotamiento va a ocurrir inexorablemente, tal vez mucho antes de lo que podamos presumir.

Frente a tan sombrío panorama es indispensable -y urgente- prevenir semejantes males, considerando que se trata de una cuestión de supervivencia de la humanidad. Y hoy se abre un camino apto para evitar la contaminación y demás males provocados por los combustibles fósiles ¡reemplazándolos!… Ya no será necesario producir combustibles perforando pozos en busca de petróleo, sino abriendo surcos, sembrando y cosechando. Sí, ¡cosechemos combustibles y salvemos nuestro planeta!…
No se trata de un procedimiento mágico, aunque lo parezca. Se trata de intensificar los cultivos de girasol, soja, maíz, algodón, oliva, caña de azúcar y remolacha azucarera que, entre otros, constituyen la materia prima para la producción de biodiesel y bioetanol, combustibles limpios y económicos que ya están siendo empleados en vehículos automotores de pasajeros y de carga, maquinarias agrícolas, locomotoras, calderas, producción de electricidad y prácticamente en todo proceso industrial o doméstico que requiera el uso de combustible.

La Argentina, Brasil y otros países hermanos del MERCOSUR y Latinoamérica poseen algunos de los mayores cultivos mundiales de materia prima en sus campos para la fabricación de biodiesel y bioetanol. No será fácil competir con Estados Unidos y países europeos, que cuentan con la infraestructura, los medios económicos y las empresas que operan internacionalmente, como para monopolizar la producción y el comercio mundial de biocombustibles.

Es necesario advertir que las empresas petroleras ya están avanzando en la diversificación de sus negocios, abordando la producción y comercialización de los biocombustibles. La empresa española Repsol anunció una inversión de 30 millones de dólares para construir, en Ensenada, una planta que producirá 120.00 metros cúbicos anuales de biodiesel a partir de fines de 2007. En una próxima nota abordaremos los distintos proyectos en estudio, en ejecución o en marcha, que se realizan en nuestro país.

¿Cómo debe responder la Argentina al desafío que significa intensificar los cultivos aptos para producir biocombustibles y alentar la elaboración de estos?. Según la autorizada opinión de conocedores del tema, consultados por Infonews, es preciso:

– Establecer una alianza estratégica con Brasil, el MERCOSUR y países hermanos de Latinoamérica, destinada a complementar e impulsar los cultivos aptos como materia prima, la elaboración de biocombustibles y su empleo en cada país.

– Que el Parlamento sancione la ley -con media sanción del Senado- que garantice la seguridad jurídica, el marco regulatorio y establezca las exenciones impositivas para la producción y venta de biocombustibles. Este proyecto fue frenado por el Ministerio de Economía, durante la gestión de Lavagna, quien no avaló los beneficios impositivos previstos en la iniciativa.

– Impulsar la creación de cooperativas de trabajo y producción formadas por agricultores, que comenzarán por autoabastecer sus propias explotaciones y maquinarias agrícolas.

– Alentar a las empresas privadas radicadas en los lugares de producción de la materia prima, capaces de impulsar el desarrollo regional.

– Intensificar la tarea de fomento en el marco del Programa Nacional de Biocombustibles.
No debemos ilusionarnos suponiendo que para alcanzar esos objetivos sólo basta con enunciarlos. La historia argentina está repleta de expresiones de deseos que jamás se concretaron en la realidad. Y en esta materia, para concertar una alianza estratégica con Brasil y otros países y autoabastecernos de biocombustibles en lugar de importarlos cuando su uso se haya generalizado, es imprescindible comenzar por intensificar sensiblemente los cultivos aptos para emplearlos como materia prima.

Veamos algunas cifras. La producción nacional de esos cultivos (Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos, campaña 2004/2005) fue la siguiente: soja, 38.300.000 toneladas; maíz, 19.513.160; girasol, 3.662.109; caña de azúcar, 1.720.000; algodón, 448.260 y colza, 26.050. Cabe señalar que la producción nacional de gasoil de origen petrolífero es del orden de los 13 millones de metros cúbicos pero, en 2004, debió ser complementada importando 600.000 metros cúbicos. Ello revela la imperiosa necesidad de avanzar resueltamente en la producción de biodiesel.

Comparemos estas cifras con la producción de otros países: Brasil, caña de azúcar (año 2004), 450 millones de toneladas. Es primer productor mundial de bioetanol, con 15.100 millones de litros anuales y una capacidad instalada para producir 20.000 millones. (el consumo mundial en 2003 fue de 27.640 millones de litros). Soja, 50.200.000 toneladas. Es el segundo productor mundial. Cuenta con plantas elaboradoras de biodiesel con una capacidad instalada para producir 57.400.000 litros (SAGPyA).

Estados Unidos, por su parte, obtuvo en la campaña 2004/2005 una cosecha record de maíz que alcanzó los 300 millones de toneladas y se propone disputar a Brasil el liderazgo productivo mundial de etanol con 16.000 millones de litros. Y está cerca, pues ya produce 13.000 millones. Para ello cuenta con 91 fábricas instaladas y otras 20 en proyecto de construcción (Renewable Fuels Association). Por cierto que Estados Unidos le ha sacado el jugo a este combustible: mantiene 147.000 puestos de trabajo, produce ingresos para la economía local de 142 millones de dólares, las importaciones de petróleo se redujeron en 143,3 millones de barriles al adicionar etanol a las naftas y redujeron el precio de estas. También produce biodiesel pero en menor escala: 20 empresas elaboran 600 millones de litros por año, proyectando expandir la producción a 750 millones en el mediano plazo.

En Europa, España no sólo se ha convertido en líder en la producción de etanol, sino que ha logrado producirlo -además de emplear los cultivos tradicionales- con una materia prima particularmente barata, reduciendo sensiblemente los costos: la paja del cereal. Veamos ahora el volumen de elaboración de biodiesel en los principales países productores europeos: Alemania, 715.000 toneladas; Francia, 357.000; Italia, 273.000; España, 86.000; Dinamarca, 41.000; Austria, 32.000; Gran Bretaña, 9.000 y Suecia, 1.000. Cabe destacar que todos los países están desarrollando planes productivos que, en poco tiempo, elevarán sensiblemente esos volúmenes. Por ejemplo, España proyecta elevar la producción, a fines de 2006, a 615.000 toneladas. La comercialización está también en franco proceso de expansión: en Alemania ya funcionan 350 estaciones de servicio que expenden biodiesel. En tanto, en el marco del reciente Foro Económico Mundial realizado en Davos, Suiza, Andris Piebalgs, comisionado de Energía de la Unión Europea, planteó que “el mayor desafío del mundo desarrollado es reducir el consumo de petróleo”. Sostuvo que la dependencia europea de las importaciones de petróleo seguirán en aumento -si no se frena el consumo- y que los biocombustibles pueden ayudar. Exhortó Piebalgs a concertar una política energética común en la Unión Europea.
Aquellas cifras son suficientes para demostrar la imperiosa necesidad de que la Argentina impulse un sostenido aumento de la producción agrícola, si queremos gravitar en la producción y comercialización de biocombustibles.

Y no se trata aquí solamente de una cuestión meramente comercial. La humanidad está amenazada por la contaminación ambiental. Las emisiones de CO2 (dióxido de carbono) provocadas por el petróleo y los combustibles fósiles derivados, liberados a la atmósfera, son los principales responsables del calentamiento global del planeta y sus nefastas consecuencias: los desastres ecológicos. Pese a su poderío, los acaba de sufrir Estados Unidos, con el saldo de miles de muertos, y pese a ello ese país se obstina en no suscribir el protocolo de Kyoto destinado a preservar la contaminación.

Entre las ventajas que ofrecen los biocombustibles figuran:

– Son un reaseguro ante el agotamiento de las reservas de petróleo.

– Reducen sensiblemente los niveles de contaminación, uno de los mas graves problemas ambientales que amenaza a la humanidad.

– Son económicos, eliminando el riesgo de los recurrentes aumentos del precio internacional del barril de petróleo y su fuerte gravitación sobre industrias, transportes y costos de la producción del campo.

– Se fabrican a partir de cultivos muy extendidos en nuestro país, fortaleciendo la explotación de nuestros campos y consecuentemente, promoverán trabajo abundante y una mayor rentabilidad.

– El biodiesel puede emplearse al 100% o mezclado en cualquier proporción con el gasoil sin necesidad de introducir modificaciones en el diseño básico de los motores, pudiendo extender la vida útil de los mismos. Es biodegradable.

– El bioetanol puede emplearse en mezclas de hasta el 20% sin requerir cambios significativos en los vehículos (el 30% de toda la nafta que se vende en Estados Unidos está mezclada con etanol). Es usado como combustible único en motores diseñados para ello.

Muchos países ya los están empleado. ¡No perdamos el tiempo!…

Como en tantos otros rubros Argentina y Brasil deben actuar como socios naturales, pues ambos países constituyen un poderoso polo productor de materia prima apta para la elaboración de biocombustibles, impulsando un rápido desarrollo de esta industria. Por supuesto, este esfuerzo asociativo debe extenderse al MERCOSUR y países hermanos de Latinoamérica, convirtiendo a este eje regional en el mayor productor y exportador mundial de biocombustibles, además de atender el consumo del transporte automotor y ferroviario, y de los vehículos y maquinarias agrícolas en cada uno de los países miembros.

Cabe destacar que en Brasil no sólo están circulando autobuses que consumen biodiesel, sino también locomotoras ferroviarias. Alentada por las ventajes de ese combustible ecológico, la empresa ALL (América Latina Logística) lo está empleando. Y no es un dato menor que esa empresa posee 580 locomotoras que recorren 15.000 kilómetros de vías férreas.

En estos desarrollos tuvieron activa participación el Laboratorio de Desarrollo de Tecnologías Limpias, de la Universidad de Sao Paulo y el Instituto Tecnológico de Paraná. Su director técnico, José Domingos Fontana, en un reportaje publicado en Internet por el portal Tierramérica sostuvo que mediante el biodiesel “se eliminan los hidrocarburos aromáticos del diesel, de difícil combustión y que al ser expedidos desencadenan enfermedades pulmonares y cáncer”.

Como hemos visto, Brasil está produciendo bioetanol a partir de la caña de azúcar. En la Argentina también se da esta posibilidad productiva en la que ya hemos aquilatado experiencia (¿recuerdan la alconafta?). Nuestros ingenios del norte argentino, que han sufrido las conocidas crisis del azúcar y las consecuencias de la caída del precio del producto en los mercados internacionales, llegarán a revitalizarse y ocupar millares de trabajadores, como en los mejores tiempos, brindando abundante materia prima para la producción de bioetanol.

Este es el futuro que se presenta hoy a la Argentina y países latinoamericanos. ¡Aprovechemos esta brillante oportunidad!.