Sin embargo, es lo que sucedió con el lanzamiento simultáneo en la Sala Alfonsina Storni de Traiciones de la memoria, de Héctor Abad Faciolince, y Los falsificadores de Borges, de Jaime Correas.
El tema: cinco poemas de Borges, que desde hace años han sido objetos de controversias, pues algunos estudiosos niegan que han salido de la mano del gran escritor argentino.
Faciolince, hijo de un médico luchador por los derechos humanos en Colombia que fue asesinado por paramilitares en 1987, contó: “Cuando encontré a mi padre muerto, revisé sus bolsillos y saqué lo que había, un listado con los nombres de los amenazados -el de él entre ellos- y un poema manuscrito con la inicial J.L.B”.
Por aquellos años, Jaime Correas años era estudiante de la universidad en Mendoza y junto a grupo de estudiantes publicaba antologías de poemas sin firma, en pequeñas tiradas con tapas de cartón e impresos en fotocopias. A estos jóvenes llegaron 5 poemas que tomaron por obvio como del puño de Borges y resolvieron publicarlos.
Como en una novela de misterio, durante décadas, las vidas de estas dos personas no se cruzarían hasta que…
Cuando Faciolince mostró el manuscrito, no le creyeron y hasta fue denunciado públicamente como un falsificador, sobre todo cuando el poeta y periodista colombiano Harold Alvarado Tenorio aseguró en 1993 haber escrito esos poemas. Alvarado Tenorio era conocido por copiar el estilo y falsificar escritos de Borges. Por su parte, Correas se convirtió en periodista y dejó atrás las antologías poéticas.
Finalmente, cuando Faciolince encontró la publicación de la cual su padre habría copiado los poemas, Alvarado Tenorio reconoció que los poemas no eran de su autoría y aconsejó a Facionlince que buscara a un tal Jaime Correas. Luego de un intercambio de correos electrónicos con el periodista, el colombiano viajó a Mendoza a encontrar la respuesta buscada.
“Nos propusimos escribir un libro juntos y abadonamos las página 60 cuando resolvimos escribir uno cada uno”, contó Correas. También recuerda haber mandado los cinco sonetos a Octavio Paz y cree que así llegaron a Colombia, aunque acepta que también se los había entregado al delegado cultural de Colombia en Mendoza.
La presentación se apoyó en una proyección donde se mostraban los documentos usados como prueba, el público siguió las imágenes y se metió en el laberinto de esta historia que tuvo dos protagonistas y que tiene, ahora, dos relatos.