La empresa -radicada en Pacheco- utiliza las botellas post consumo, tiradas a la basura, para generar una materia prima en condiciones físicas y químicas similares a la materia prima de origen. Con 100 trabajadores, la firma esta diseñada para procesar 70.000 botellas por hora, y se abastece principalmente de recolectores urbanos.
Sin embargo, desde Cabelma afirman que «es necesario poner en marcha una política de reciclaje a escala social y empresarial» y sostienen que la comunidad «no es consciente de la verdadera problemática que implica el acumulamiento de las botellas en las ciudades».
En este sentido, uno de los grandes pasos a dar, según los directivos de Cabelma, es en el ámbito de la vida cotidiana. Es clave la separación de envases en origen, de manera de que a la etapa de reciclaje lleguen botellas en las mejores condiciones para su reutilización y con el menor grado de contaminación.
La falta de conciencia no es un problema exclusivo de la Argentina. El consumo mundial del PET se calcula en 12 millones de toneladas, con un crecimiento anual del 6 por ciento. El problema es que tan solo 20 por ciento de este material se recicla, el resto se dispone en rellenos sanitarios y basurales a cielo abierto.
El tereftalato de polietileno (popularmente conocido por sus siglas en inglés, PET) es un tipo de plástico muy usado en bebidas. En la actualidad, el PET tiene tres usos: El textil, para fabricar fibras sintéticas, principalmente poliéster; la botella, ideal por su resistencia a agentes químicos, su transparencia y menores costos de fabricación; y el tercero para planchas de plástico, zunchos, envases para comida.
Cabelma ha invertido en una primera etapa 27 millones de dólares y planea impulsar una nueva inversión este año por 10 millones de dólares, para la compra de una lavadora, un molino y una estrusora, con lo cual duplicaría la producción.
El proceso de reciclado de botellas comienza con la recuperación de los envases ya utilizados. Luego de un primer lavado se realiza una primera clasificación para pasar a la molienda PET y a un segundo lavado, enjuague y secado. El proceso continúa con la fundición y la transformación en pellets (piezas en que se transforman los envases para ser utilizadas en la industria). Una vez terminados esos pasos se vuelven a fabricar botellas.
La transformación de botellas a través de este proceso de reciclado PET permite un ahorro del 67% de energía. Este y otros beneficios ambientales son clave para crear políticas de incentivo al reciclado de envases.