Hoy, el Centro de Resiliencia de la Fundación Adrienne Arsht-Rockefeller en el Atlantic Council publicó «Ciudades calientes, economías frías: impactos del calor extremo en las ciudades globales,» un nuevo informe que detalla los efectos sociales y económicos del calor extremo provocado por el clima a través del prisma de 12 ciudades, que abarcan seis continentes, cubriendo una población urbana de más de 123 millones.
El estudio, realizado en asociación con Vivid Economics, reveló que Buenos Aires pierde actualmente 10.925 millones de pesos argentinos en productividad laboral anual relacionada con el calor, si no se toman medidas para reducir las emisiones o adaptarse aún más al aumento de las temperaturas. Esto representa una triplicación de la producción perdida en términos absolutos y supera todo el gasto público relacionado con el clima en el sector del transporte en toda Argentina. La construcción, la industria manufacturera y el floreciente puerto de Buenos Aires se enfrentan a importantes pérdidas.
«El calor impulsado por el clima está cambiando la forma en que vivimos y trabajamos, pero la conciencia actual de esta amenaza silenciosa e invisible es peligrosamente insuficiente. El impacto desproporcionado del calor en las ciudades nos obligó a cuantificar y explorar las ramificaciones económicas y sociales de nuestro planeta en combustión«, afirmó Kathy Baughman McLeod, vicepresidenta sénior y directora del Centro de Resiliencia de la Fundación Adrienne Arsht-Rockefeller en el Atlantic Council. «Nuestra esperanza es que estas conclusiones generen conciencia y estimulen más intervenciones de adaptación, políticas e inversiones que refresquen las ciudades y protejan a las personas».
Otras conclusiones clave son las siguientes:
- Se prevé que el calor extremo será dos veces más común en Buenos Aires para el año 2050, y el calor afectará de manera desproporcionada a las zonas urbanas desfavorecidas frente a las rurales.
- Algunas áreas densas y pavimentadas, como el asentamiento informal de la Villa 31, ya son hasta 15 °C más calientes que las zonas rurales circundantes. Es probable que estos focos de calor sean más frecuentes de aquí a 2050.
- Para 2050, se espera que las grandes áreas del Puerto de Buenos Aires –Puerto Nuevo y Dock Sud– que generan ingresos de 1.750 millones de pesos argentinos y manejan el 62 % de los contenedores del país, sean 10 °C grados más calurosas. Tanto las pérdidas de ingresos como de productividad de los trabajadores aumentarán a medida que crezca la demanda de transporte en contenedores –que se prevé que se triplique o cuadruplique para 2050– y las opciones de comportamiento para adaptarse, como la práctica del trabajo nocturno, están a punto de agotarse.
- La automatización de los puertos puede proteger a los trabajadores en cierta medida al automatizar los procesos que los expongan a riesgos, como el calor extremo. Sin embargo, esta adaptación requiere una inversión de capital significativa, puede reducir las oportunidades de empleo y sigue siendo vulnerable al calor extremo debido a la dependencia del suministro eléctrico.
El Gran Buenos Aires está adoptando diversas iniciativas de adaptación como parte del Plan de Acción Climática de Buenos Aires, entre las que se incluyen las siguientes:
- Planificación/política: Se impulsará la acción del sector privado para aumentar la resistencia al calor mediante un código de edificación, que establecerá los requisitos de ganancia y protección solar y ventilación natural en los edificios nuevos.
- Comunicaciones/difusión: Se apuntará a las comunidades vulnerables educando a los residentes sobre el impacto de las olas de calor, por ejemplo, a través del Programa de Adaptación a Eventos Climáticos Extremos. El Servicio Meteorológico Nacional también proporciona alertas de calor en toda Argentina.
- Inversión en el entorno construido y soluciones basadas en la naturaleza: Las iniciativas en curso incluyen el aumento de la cobertura de los árboles en más del 20 %, la introducción de biocorredores, techos verdes, muros y jardines verticales. Otras actividades planificadas incluyen mejorar la resistencia de la red a las olas de calor mediante el aumento de la generación fotovoltaica solar en techos residenciales para aumentar el suministro.
Para la elaboración de este informe, solo se examinó un subconjunto de las formas en que el calor extremo puede afectar la economía y la sociedad de una ciudad y se evaluaron los impactos en años «normales» en comparación con años inusualmente cálidos, lo que significa que se proporciona una visión conservadora de los costos sociales y económicos del calor. No se analizaron los impactos ni los costos para la infraestructura, los sistemas de salud, la reducción del aprendizaje y la educación, ni las pérdidas resultantes de la interrupción de las actividades de negocios.
El Centro de Resiliencia de la Fundación Adrienne-Arsht Rockefeller desarrolla resiliencia individual y comunitaria frente a los impactos climáticos. Nos comprometemos a llegar a mil millones de personas en todo el mundo con soluciones de resiliencia al cambio climático para 2030.
El informe completo y la metodología se pueden encontrar en https://onebillionresilient.org/hot-cities-chilled-economies-buenos-aires/