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Esos seis diálogos sobre el amor y el desamor se convertirían al año siguiente en Secretos de un matrimonio –miniserie televisiva y versión cinematográfica–. Bergman añadía un comentario que dice mucho sobre la íntima relación que guardan en su caso vida y obra: «Tardé dos meses en escribir estas escenas y toda una vida en experimentarlas».
Treinta años después, un Bergman ya octogenario vuelve sobre los personajes como si recuperara el hilo de una conversación interrumpida: Marianne y Johan se reencuentran en la elogiada película Saraband. Ahora se enfrentan no sólo al desgarro de la impostura o la incomunicación, sino también a la ausencia de seres queridos, a un fin que saben próximo. Con la aparición del hijo y la nieta de Johan, los personajes se encuentran de dos en dos, como en la zarabanda –danza lenta y grave en la que las parejas se hacen y deshacen –. Se abren y cierran heridas, afloran tensiones sin resolver, y asoman esperanzas, nostalgias.