Por Gastón Gorosterrazu, CEO de Aptugo
Nadie conoce mejor las necesidades del trabajo que la misma persona que lo realiza. Imaginemos un mundo en el que cada una de estas personas tuviera la capacidad de desarrollar sus propios sistemas de software para automatizar y eficientizar sus procesos diarios. Un mundo en el que vos, que necesitas armar un sistema de reservas para tu peluquería o un software de manejo de stock para la pinturería o un sistema de gestión de legajos para empleados, pudieras hacerlo sin necesidad de contratar programadores. Esto es lo que está sucediendo con el movimiento de Citizen Developers, o ciudadanos desarrolladores. Estudiantes y profesionales de distintos ámbitos, sin conocimientos técnicos o experiencia en programación que, de la mano de nuevas tecnologías, son capaces de desarrollar sus propias aplicaciones para digitalizar sus tareas, mejorar sus empleos o crear sus propios emprendimientos.
De acuerdo a Gartner, una de las principales consultoras globales, el número de Citizen Developers activos en grandes organizaciones será de 4 a 1 comparado con los desarrolladores de software profesionales en 2023. El fenómeno de los Citizen Developers no se detendrá. Su fuerza radica en dos pilares fundamentales: la necesidad y la innovación tecnológica.
Por el lado de la necesidad, y en un mundo que va hacia la digitalización e hiper automatización, el desarrollo de software tradicional ha dejado de ser un aliado para convertirse en un cuello de botella. Altos costos, tiempos cada vez más largos y la falta de programadores hace que cientos de emprendimientos y miles de proyectos internos se vuelvan inviables. Solo en Estados Unidos, hay más de 1 millón de puestos de tecnología sin cubrir. Todos están saturados, no hay tiempo para dedicarle a nuevos proyectos, sistemas o procesos, no importan cuán sencillos parezcan. Y este padecimiento no se limita solo a las startups o PYMES. Quienes trabajen en grandes corporaciones sabrán que muchos de los procesos cotidianos se siguen haciendo prácticamente “a mano” malgastando tiempo y esfuerzo simplemente por falta de capacidad de desarrollo.
Por el lado de la tecnología, encontramos el boom de las plataformas no-code/low code (sin código o con poco código), que están irrumpiendo en el mercado y proponen soluciones de software prefabricadas en las que los usuarios pueden adaptar determinadas características y especificidades para crear su propio software sin necesidad de escribir código. También el mismo estudio de Gartner señala que en 2024, el 65% del desarrollo de aplicaciones estará ligado a desarrollos no code/low code.
Si bien este tipo de plataformas tienen un gran valor para pequeñas aplicaciones y para acelerar la capacidad de los Citizen Developers, es imperioso avanzar hacia soluciones superadoras que den escalabilidad a estos pequeños desarrollos. No hay dudas de que lo que se viene en los próximos años para acompañar el fenómeno de los ciudadanos desarrolladores, es la explosión de herramientas híbridas que combinen las ventajas de las low-code (entorno visual intuitivo y velocidad), con la escalabilidad de la programación tradicional. Estas herramientas serán un factor clave, a su vez, para acompañar la transición de aquellos Citizen Developers que quieran convertirse en programadores profesionales.
Debemos seguir democratizando el acceso al desarrollo de software, brindando las herramientas necesarias a quienes más saben lo que necesitan: los que desempeñan la tarea a diario. Si no nos preparamos y promovemos un acceso más democrático y difundido al desarrollo de software, será cada vez más difícil, sino imposible, competir. El mundo necesita y demanda cada vez más Citizen Developers con capacidad de generar sus propios desarrollos. Argentina no debe quedarse afuera.