Por Matías Nahon. Managing Director, BRG Consulting
La cuarentena extendida ha traído a las empresas nuevos desafíos en materia de control de fraudes que se están sumando a los riesgos más tradicionales. Hoy quiero hablar brevemente de un tipo de fraude por el cual he recibido muchas consultas de nuestros clientes. Se trata de la adulteración de certificados médicos.
Es sabido que la nueva normalidad afectó todas las formas del quehacer cotidiano. Las tareas de home office conllevan nuevos desafíos en materia de control de productividad, horarios y cumplimiento de responsabilidades. He hablado recientemente sobre la necesidad de reforzar los protocolos de seguridad en materia de información con el objeto de prevenir fraudes con connivencia de empleados con terceros. La normalidad anterior a la pandemia posibilitaba el control por la reunión en un lugar físico, a la vista de los responsables, teniendo la posibilidad de evaluar el desempeño, que las restricciones actuales, vinieron a cuestionar por el trabajo a distancia. En simultáneo, la crisis general del mercado laboral, producto de la crisis de la economía mundial, reforzó la fidelidad al lugar de trabajo por miedo a la pérdida de la fuente de trabajo, lo que compenso, en parte, la laxitud de controles del trabajo desde casa.
Esa tensión entre nuevos controles y el traslado de tareas hacia el trabajo domiciliario dispararon formas masivas de alteraciones de las capacidades productivas. La presentación de certificados médicos falsos ha sido unos de los temas recurrentes y en los últimos años ha tomado una dimensión significativa. Este tipo de fraude no es nuevo y el efecto inmediato de ausencias mal justificadas es una marcada incidencia negativa en la cadena productiva de las empresas que lo están sufriendo.
Nuestra experiencia demuestra que las capacidades informáticas actuales, junto con una pequeña capacidad de edición, han posibilitado la directa falsificación de certificados. Este sería el caso de menor relevancia, ya que un debido control y chequeo verificaría su autenticidad. Por supuesto, hay que tener la capacidad de reacción y los recursos necesarios para ejercer esos controles.
Sin embargo, los casos más relevantes los hemos encontrado en hechos ilícitos que implican certificados reales. Basta con entrar a un buscador de internet para encontrar “servicios profesionales” anunciados como “Medico A Domicilio-justificativo Trabajo-certificado Laboral – Apto Físico – Solicitud de Análisis Clínicos – Certificado Médico por Ausencia Laboral ($300+)”. En estos casos, es recomendable una reacción correcta y coordinada de varias áreas de las empresas que involucren a sus abogados y, posiblemente, consultores externos que pre-constituyan prueba que pueda ser analizada por la gerencia en la toma de decisión del caso.
Expedir certificados médicos falsos es un delito tipificado en el Código Penal argentino en el artículo 295, dentro del Título XII, titulado Delitos contra la Fe Pública y dentro del mismo, en el capítulo III, de Falsificación de Documentos en General. Un dato importante es que los certificados falsos deben ser suficientemente creíbles para configurar un delito, pues si es notoria la falsedad, no lo configura ya que habría negligencia por parte del empleador. El artículo 296 equipara la acción del médico con la de aquel que use el certificado falso o adulterado, correspondiéndole la misma penalidad.
Si no se reacciona a tiempo, y con la firmeza necesaria, estos fraudes pueden afectar el negocio y el prestigio de las empresas involucradas.