Asesoraron el Dr. Darío Scublinsky (MN 89.454), médico reumatólogo, Programa de Artritis de Swiss Medical Group, Profesor de Farmacología en Facultad de Medicina – UBA; y el Lic. Juan Pablo Ortiz (MN 11.039), kinesiólogo-fisiatra
La dinámica de la mayoría de las oficinas implica que los trabajadores pasen muchas horas al día sentados escribiendo o frente a una pantalla. Con el tiempo, suelen adoptar posturas cómodas pero que a largo plazo pueden provocar problemas de salud.
En general, no se le suele dar importancia a la posición en la que se pasa gran parte del día en el trabajo, pero adoptar una buena postura es importante. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre un 60% y un 80% de la población es susceptible a padecer dolores lumbares o cervicales en algún momento de su vida a consecuencia de malas posturas, estos porcentajes aumentan por causas laborales.
Uno de los síntomas más comunes a la hora de adoptar malas posturas es el dolor. Este, no solo afecta en el ámbito físico sino que las repercusiones del malestar impactan de manera directa en las emociones.
El dolor puede generar sensaciones displacenteras, irritabilidad, trastornos del sueño, sensación de decaimiento emocional, disminución de los niveles de energía, depresión y ansiedad. A las vez que alteran las funciones cognitivas como la atención, la concentrarnos y la memoria.
En este sentido, el dolor de espalda es una condición clínica multifactorial, que afecta varias esferas de la vida de la persona que lo padece. Es por eso que su abordaje debe ser desde una perspectiva integral, teniendo en cuenta a la hora de la evaluación todos los aspectos involucrados.
Es de vital importancia, cuando la problemática ya está instalada, obtener un acertado y precoz diagnóstico, prescribir un posterior tratamiento adecuado, específico y efectivo que evite su cronicidad.
Diagnóstico y tratamiento. Una mirada multidimensional.
Al momento del diagnóstico, se debe analizar cada caso de manera temprano e individual por un equipo terapéutico interdisciplinario adecuadamente formado en el tema. En esta instancia, es importante descartar toda posibilidad de patología asociada (por ejemplo, espondiloartritis, artritis psoriásica, entre otras).
La clave de esta mirada multidisciplinaria es detectar y controlar tempranamente todas las variables involucradas con el objetivo de realizar los ajustes y las modificaciones necesarias y así lograr el mejor resultado. Entre estas se pueden nombrar las causas de origen ergonómico, físico desde sus diversos componentes (componente mecánico, dolor, etc.) y emocionales o anímicas.
¿Qué se puede hacer para evitar, en la medida de lo posible, que esto suceda?
- Es fundamental facilitar un espacio de trabajo ergonómico: Utilizar elementos adecuados que favorezcan la postura correcta como sillas con apoyo para la zona lumbar, con altura y apoyabrazos regulables.
- Posicionar el monitor de la computadora a una distancia y altura que evite la mala posición de la cabeza y del cuello. De esta forma se reducirá la probabilidad de aparición de dolor cervical.
- Realizar ejercicios de relajación ocular: desviar la vista periódicamente de la pantalla a algún punto lejano o colocar las palmas de las manos sobre los ojos, manteniéndolos abiertos y sin apretarlos, de tal modo de no ver ninguna luz, durante 20-30 segundos.
- Tener momentos de trabajo que no superen los 45 minutos y descansos de cinco minutos en los que se sugiere levantarse y caminar a buen ritmo por el pasillo de la oficina. También se pueden realizar ejercicios de movilización o elongación del cuello, brazos o piernas.
- No automedicarse. No tomar analgésicos antiinflamatorios para aliviar el dolor sin prescripción médica, ya que si se enmascara el dolor se pueden lesionar las estructuras de la espalda con movimientos o posiciones demasiado estresantes.
Ante la menor aparición de dolor o molestia se recomienda realizar una consulta con el médico.