Por Diana N. Salazar (*)
En los últimos días he notado una fuerte preocupación por la obligatoriedad de emitir comprobantes originales en forma electrónica que alcanza a todas las entidades inscriptas en el impuesto al valor agregado (IVA) a partir del 1 de julio pasado.
Pero al mismo tiempo, escucho pocas voces que destaquen las ventajas que las empresas y los profesionales pueden obtener con la implementación de esta nueva modalidad. Por esta razón, me parece importante aportar una visión optimista y constructiva que permita entender la coyuntura y obtener una mirada a largo plazo sobre el tema.
Como es de público conocimiento, a partir del 1 de julio todos los contribuyentes argentinos que emiten facturas, recibos, notas de crédito / débito tipo «A» y tipo «B», deben operar con factura electrónica. Así lo establece la Resolución General 3749/15 de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).
Pero más allá de la obligación fiscal, la factura electrónica es un elemento clave para mejorar cuestiones operativas y de relacionamiento de las organizaciones. Su uso conlleva importantes beneficios. Hace más eficiente la actividad en el sector público, y es un fuerte dinamizador del negocio en el ámbito privado.
Recordemos que la factura electrónica es un equivalente legal y fiscal de la factura en papel. La principal diferencia es que se transmite de forma electrónica, es decir, se envía desde una computadora y se recoge desde otra, sin que sea necesario imprimir el documento.
Además, aporta nuevas condiciones de seguridad que garantizan su integridad y autenticidad. Sin duda, el ahorro de los costos económicos es el que tiene mayor visibilidad, aunque existen otras ventajas como la agilidad del procedimiento y la reducción de la huella ecológica.
A continuación, comparto 7 puntos o aspectos en los que el aporte de la factura electrónica para la actividad economía es muy evidente:
- Ahorro económico de hasta el 90%, en comparación con el proceso tradicional.
- Mayor productividad y agilidad en el proceso, gracias a la automatización de las tareas.
- Menores tiempos de entrega de la factura y, por tanto, de su cobro.
- Aumento de la seguridad y descenso del número de errores.
- Mejor accesibilidad a las facturas, ya que basta con realizar una búsqueda de archivos rápida y sencilla en el programa de gestión.
- Reducción de la huella ecológica, debido a la reducción de la inversión en papel e impresión.
- Facilidad para adoptar otras nuevas tecnologías en la empresa y abrirse al comercio internacional.
(*) Diana Salazar es Directora Comercial de Edicom, una compañía global referente en soluciones de facturación electrónica. Es Licenciada en Informática por la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) y posee 16 años de experiencia desarrollando proyectos de consultoría comercial informática para empresas en la región de Latinoamérica.