La exposición podrá visitarse de lunes a jueves, de 9 a 19, y los viernes hasta las 14, en Pasteur 633. Entrada libre y gratuita.
El proceso de apropiación , momentáneo o permanente, que realiza un grupo de personas sobre un determinado lugar, es uno de los ejes conceptuales de la obra que Mariano Sapia presenta en el espacio de arte AMIA.
Sus primeros cirujas son muy anteriores a la mediatización cartonera y datan de 1988. En una oportunidad, me contó que una periodista le preguntó que era lo que quería denunciar con este tipo de obras y el respondió que lo suyo no era la denuncia, él pintaba al salir de su casa para ir al taller. Sapia se cruza con las mismas cosas que nos cruzamos casi todos los porteños, pero él las hizo parte de su propia construcción de la realidad. Sus obras parecerían que son retazos de historias, un pedazo de un story board, que encierra un guión sin terminar, pero que nos dan indicios de cómo lo simple puede contener una estructura sofisticada y compleja. Siguiendo con la analogía cinematográfica, el lugar de la iluminación y la escenografía en estas pinturas no hacen más que resaltar la habilidad del director en el armado del relato que se transforma en obra.
Es indescriptible la libertad que puede garantizar el trabajo estricto, meticuloso y obsesivo cuando de hace con una maestra tal, que lo rígido se transforma en espontáneo.
El es un conocedor de las posibilidades de color y utiliza el recurso, rompiendo convenciones de sentido. Genera un ambiente verdaderamente climatizado que presenta permanentemente antagonismos tan profundos como inseparables. Existen en algunos de estos trabajos un secreto bien guardado, la razón de la alegría y esa percepción de belleza que encontramos al contemplarlos.