“Uno de los principales desafíos que afrontan los sistemas agroecológicos y de agricultura orgánica es la no utilización de agroquímicos. Esto hace que una parte del trabajo se centre en la búsqueda de sistemas alternativos con manejos sustentados en nuevos equilibrios biológicos”, explica Jorge Ullé, principal referente del convenio INTA-EMBRAPA. Uno de los caminos hacia el equilibrio es potenciar los logros de las propiedades físico-químicas y biológicas del suelo, lo que supone, entenderlo como un ambiente con una fauna que integra no sólo insectos, sino hongos y bacterias benéficos que son centrales en la vida de lo que sustenta la producción. Se trata de ayudar al desarrollo de la planta en situaciones carentes de fertilizantes sintéticos. Todo esto, pensando en tecnologías que sean apropiables para productores familiares, que los independicen de insumos externos de alto costo.
La segunda semana de diciembre, se concretará una reunión que sintetizará los trabajos realizados sobre «Evaluación de cultivos de cobertura de suelo en la sucesión de cultivos hortícolas, bajo manejo agroecológico”, que se enmarcan en el trabajo conjunto entre INTA y EMBRAPA. Se trata del análisis de los primeros dos experimentos que se replicaron en distintas zonas del país. Por un lado se hicieron pruebas considerando sistemas de manejo de la cobertura basados en especies de verano como maíz, canavalia y mucuna, antecesoras clave de las hortalizas de otoño invierno. Por el otro, se considero un manejo especial para el cultivo de batata, basado también en antecesores de otoño invierno. Las experiencias ser realizaron en ambientes subtropicales (Formosa), en ambientes templados (San Pedro) y en ambientes semiáridos (Ascasubi), con riego y cultivo de cebolla en provincia de Buenos Aires. Actividades semejantes fueron realizadas en Brasil.
La historia de intercambios desde la perspectiva agroecológica entre INTA y EMBRAPA tiene una trayectoria de casi 10 años. En 2004 se realizó la primera misión institucional a la Fazendinha Agroecologica (Río de Janeiro), desde donde se pudo conocer la marcha de los programas que abordaban esta temática. Entre 2005 y 2006, se inició un fuerte intercambio en técnicas de aplicabilidad a sistemas agroecológicos como enmiendas orgánicas, plantas de cobertura, leguminosas subtropicales, bacterias fijadoras de nitrógeno, micorrizas y manejo de hortalizas. Los intercambios continuaron en 2008 y 2009, culminando en un primer workshop que además de los dos países, integró a otros europeos. Finalmente en 2011 “se pudo concretar este deseado anhelo de trabajar juntos para resolver problemas en conjuntos”, explicó Ullé.
El convenio técnico INTA – EMBRAPA incluye la temática agroecológica además de otras, pero puntualmente en este caso ha demostrado ser un espacio de mucha convergencia. En él participan varias unidades de INTA, como las Estaciones Experimentales Agropecuaria de San Pedro y Ascasubi, y el Centros de Investigación en Agricultura familiar del NEA; así como las unidades de Agrobiología EMBRAPA CNPAB y Suelos EMBRAPA SOLOS, ambas con sede en el estado de Río de Janeiro. El acercamiento y la concreción fueron enmarcados a través de las Redes de Agroecología y de Agricultura orgánica que ambas instituciones ya tenían. “El objetivo de esta interacción binacional entre los dos institutos mayoritarios del Cono Sur, es la búsqueda de productos mediante proyectos conjuntos, que den respuesta a la solución de problemas, en especial para productores medianos y pequeños”, concluyó Ullé.