El sólo hecho de imaginarse recibiendo una inyección provoca en muchas personas un escalofrío tal que dejan de vacunarse o realizar tratamientos que impliquen el uso de una aguja, como aquellos para superar alergias o aplicar insulina, entre otros. Se calcula que el miedo a las agujas es una de las principales causas por las que las personas evitan transitar por un proceso que perciben como una situación de dolor o impresión como los que implican inyecciones, hacerse pruebas médicas, ir al dentista, recibir operaciones quirúrgicas o ver sangre y heridas, poniendo en riesgo su propia salud.
En este sentido, alrededor del 70% de los profesionales de la salud indican que el temor de los pacientes hacia las agujas es uno de los factores responsables de las oportunidades perdidas de vacunación, y esto implica que el individuo no esté protegido contra diferentes enfermedades de riesgo que son actualmente prevenibles por vacunación, como la gripe.
También existen casos extremos en que la persona que va a recibir una inyección siente mareos, se desmaya o entra en shock: se trata de la fobia a las inyecciones denominada tripanofobia. Las fobias son trastornos de ansiedad que actualmente padece alrededor del 10% de la población mundial. Se trata de un temor irracional y exagerado ante determinado objeto que normalmente no produce ese tipo de respuestas. En el caso de las personas que sufren tripanofobia se sienten inquietas y se alteran con el sólo hecho de pensar en la inyección, ya que se mentalizan en que les va a doler y los lastimará.
Avances científicos para hacerle frente
La buena noticia es que hoy en día inyección ya no es sinónimo de dolor, gracias a que los avances tecnológicos han permitido desarrollar diferentes herramientas que brindan a la persona un proceso más sencillo y menos doloroso. Por ejemplo, para la vacunación antigripal se aplica la inyección de manera intradérmica con un innovador sistema de microinyección con una microaguja de 1,5mm (10 veces más corta y 5 veces más fina que la aguja convencional de administración intramuscular) que disminuye ampliamente el dolor para el paciente y no lastima venas ni nervios en el proceso, ya que es introducida a 1,5 mm de profundidad de la dermis. Este dispositivo intradérmico permite un proceso de vacunación más rápido, es de muy fácil aplicación y administra en la dermis la dosis exacta de antígeno de forma precisa e independientemente de las características del paciente (género, origen étnico o índice de masa corporal).
Otro importante avance fue en el tratamiento de la diabetes mellitus: un innovador sistema de inyección desechable tipo lapicera, un dispositivo intuitivo y fácil de utilizar que requiere escasa fuerza para la aplicación de la insulina, lo que contribuye a la individualización del tratamiento ya que facilita la precisión y los ajustes en la dosificación que debe recibir cada paciente. Al mismo tiempo que ayuda al seguimiento del tratamiento, brindándole al paciente mayor comodidad en la aplicación, confianza, seguridad y eliminando prácticamente el dolor causado en la aplicación diaria. Otro de sus beneficios es un rango de dosis de hasta 80 unidades, la mayor existente para un dispositivo desechable. Además, para los pacientes es muy beneficioso que se deba realizar una fuerza de inyección baja y que la inyección sea suave, especialmente quienes tienen problemas funcionales en las manos o con problemas de habilidad, habitual en los pacientes diabéticos debido a la prevalencia de la neuropatía diabética y a la artritis relacionada con la edad.
También en el campo de los tratamientos de fertilización asistida, los avances han logrado mejorar la calidad de vida de las mujeres que atraviesan por este tipo de situación. Se trata de un dispositivo con formato tipo lapicera con una microaguja intradérmica que permite la autoadministración con la dosis precisa y sin dolor. Hasta ahora la inyección de la droga indicada para la estimulación ovárica era diaria pero desarrollaron incluso una formulación de administración semanal lo que brindará aún más confort a los pacientes.
Dra. Mariela Panichella, Médica Pediatra Infectóloga, MN 111.301, Coordinadora Médica Centro Prevenciones e Inmunizaciones Preventive Life