Dada la fama de fértil que tenían estas tierras se investigó la factibilad de establecer un Polder granja para la radicación de 100 familias holandesas dedicadas a la producción de hortalizas, frutales y lácteos. El proyecto, contemplaba el desarrollo de estos colonos, con un pueblo típico en su centro, autoabastecimiento de muchos productos y un buen mercadeo de su producción.
Los estudios fueron muy favorables y los ingenieros destacaron el enorme potencial de la tierra, del clima, y el fácil y económico acceso a la ciudad de Buenos Aires para colocar su producción. Hechos políticos y económicos impidieron la concreción de este proyecto y quedó trunca una interesante experiencia que podría haber cambiado las características socioeconómicas en esta zona del Delta del Paraná.
Enterados de estos hechos los propietarios de Pequeña Holanda tomaron con entusiasmo la idea y en dimensiones infinitamente menores llevaron a la práctica esta original propuesta.
El campo de Pequeña Holanda tiene dos sectores claramente diferenciados. Una superficie de 33 hectáreas en estado natural, como una reserva ecológica que mantiene las características de flora y fauna típicas y que puede ser recorrida por una serie de senderos internos que permiten observar plantas, aves y otros animales en condiciones naturales. La otra parte, de 10 hectáreas es la que tiene una gran intervención de la mano del hombre y donde se ha modificado prácticamente todo.
La base de estos cambios es el Polder, un dique de tierra de dos a tres metros de altura y cuyo borde superior está por encima de la marea del siglo. Esto quiere decir que con las crecidas del Río Paraná que se denominan mareas, el agua no puede inundar la parte endicada con el terraplén.
Una vez obtenida un área libre de inundaciones fue necesario generar declives interiores, caminos, un pequeño lago donde colectar el agua de lluvia que ya no tiene escurrimiento natural. Cuando llueve en exceso se bombea el agua al exterior desde una central de bombeo, con una frecuencia que promedia el mes. Esta función la cumplían en Holanda los típicos molinos de viento que bombeaban agua al exterior de los polders en forma constante desde el siglo XVI, época en que se introdujeron en ese país.
Una vez cumplida la nivelación interior hubo que esperar dos años y sembrar distintos tipos de pastos hasta que el suelo comenzó a tomar las características de aerobiosis, luego de una anaerobiosis milenaria. Recién después pudieron plantarse distintas especies arbóreas, y luego de cinco años de asentamiento del suelo pudieron comenzarse las primeras construcciones.
El recreo es apto para toda clase de actividades recreativas, educativas y deportivas. Arboleda y mucho verde invitan a la contemplación y el relax. Paseos a pie, a caballo, en bicicleta, brindan un solaz más activo por todos los caminos y senderos de la Reserva. Las canchas de fútbol y voley invitan a encarar el día en forma más deportiva. Actividad náutica y paseos en lancha permiten conocer y disfrutar esta zona del Delta. Los animales y la granja son la oportunidad para familiarizarse con la vida rural y sus actividades. Fogones, quincho y abundante sombra dan un marco ideal para encarar el mediodía con un clásico asado y charlas de sobremesa.
Pequeña Holanda abre sus puertas a todos y en particular a las familias para ofrecerles un destino turístico para sábados, domingos y feriados con una propuesta de descanso y relax junto con una amplia variedad de actividades al aire libre. La oferta gastronómica es rural, sana, casera y muy sabrosa.
Se realizan en Pequeña Holanda una serie de festejos afines a las características del lugar. Así nos encontramos celebrando la Pascua con espíritu europeo, el 25 de Mayo con el fervor patrio propio del hombre de campo, la Fiesta del Chocolate y en los primeros días de noviembre el Oktoberfest o Fiesta de la Cerveza. Este festejo se origina en las afueras de Munich al celebrarse el casamiento del rey Ludwig de Baviera con la princesa Teresa. Tal fue la alegría y el calor popular de ese evento que la gente espontáneamente lo repite todos los años desde entonces. Y Pequeña Holanda se adhiere a esta alegría del corazón recreando el espíritu de esta festividad.