- Frente al histórico criterio de diagnóstico de la obesidad sustentado sobre la base de la determinación del Índice de Masa Corporal (IMC), cobró fuerza en los últimos años un enfoque orientado al porcentaje de grasa corporal existente en el organismo, independientemente del IMC. Esta postura, que consideró como casos de riesgos a aquellos en los cuales la incidencia de grasa corporal fuese superior al 25% y 32% en hombres y mujeres respectivamente, fue tomada y aplicada por profesionales de la salud de todo el mundo, con resultados altamente positivos.
- Sin embargo, la investigación introdujo en los últimos tiempos un nuevo criterio de detección y medición de la obesidad que, pese a tomar como referencia los parámetros anteriores, plantea una lectura diferente y, para muchos, más precisa que la de sus predecesores.
- Esta nueva visión determina la obesidad desde un punto de vista de “ubicación” de la grasa corporal, al margen de su incidencia porcentual en el organismo y del histórico Índice de Masa Corporal. Esto trae a la luz situaciones de riesgo antes no diagnosticadas, y hace extensivos los peligros del sobrepeso a personas que se encuentran por debajo de los 30 puntos de IMC pero cuya grasa se aloja en sectores de alto riesgo; más concretamente en la zona abdominal, determinada mediante el perímetro de cintura.
- Apareció entonces una nueva clase de personas antes desconocidas, las cuales parecen serios riesgos desde el punto de vista médico: los “obesos de peso normal”.
Enfermedades asociadas
- Este nuevo enfoque de la obesidad basado en la localización de la grasa corporal, nos ha permitido a los especialistas del área comprender los motivos de las afecciones que enfrentan una gran cantidad de personas que, pese a encontrarse dentro de los parámetros históricos de peso saludable, padecen dolencias habitualmente ligadas al sobrepeso.
- “Hablar de localización de la grasa antes que del peso que nos muestra la balanza –aunque sin dejar de tomar a éste en cuenta- es el criterio de diagnóstico de la obesidad más útil (y de mejor valor pronóstico) que conocemos, ya que se detectó que el peso del paciente podía verse alterado, por ejemplo, por edemas, por masa muscular e incluso por tumores, no existiendo en esos casos verdaderos riesgos relacionados con la obesidad. Tampoco el porcentaje de grasa corporal por si sólo es un criterio del todo correcto, puesto que dicha grasa puede estar alojada en sectores que no son los más peligrosos para la salud, como por ejemplo la cadera y los muslos”.
Grasa de “alta movilidad”
- “En conclusión, existe un tipo de obesidad que tiene mayores riesgos que el otro tipo, y esto tiene una relación directa con esta ubicación de la grasa que es necesario determinar. Podemos encontrarnos, incluso, con los denominados `obesos de peso normal`, que son aquellas personas cuyo IMC es normal pero cuya localización de la grasa es riesgosa”.
- “Los profesionales en la materia, de hecho, decimos que este tipo de personas tienen aún más urgencia para encarar un tratamiento de descenso de peso que aquellas con un IMC superior a 30 pero con grasa alojada principalmente en caderas y piernas. Esto se debe a que la grasa del abdomen se comporta de una manera más agresiva que la grasa de la cadera y de las piernas, puesto que tiene una alta movilidad. No es una grasa de depósito, estática, sino que es muy dinámica, inquieta metabólicamente, y circula por todo el sistema arterial produciendo estrechez y obstrucciones en el mismo, y agotamiento en la insulina del páncreas”.
¿Qué circunferencia máxima debería tener la cintura?
- El método más adecuado para determinar la grasa abdominal es la tomografía computada. Sin embargo, la simple medición de la circunferencia de la cintura mediante un centímetro es suficiente para determinar si ésta es excesiva o no.
- Si bien originalmente se consideraba como “situación de riesgo elevado” a toda medición de cintura superior a los 88 centímetros en el caso de las mujeres y de 102 centímetros en el caso de los hombres, estos parámetros se han reducido hasta los 80 centímetros en mujeres y 94 en hombres (cifras desde las que ya podemos hablar de algún grado de riesgo).
Riesgos
- Las personas con exceso de grasa abdominal enfrentan principalmente tres grandes riesgos: la posibilidad de contraer diabetes, una marcada predisposición a sufrir infartos (o su predecesor: arterioesclerosis) y altas probabilidades de hipertensión arterial.
- Las investigaciones han demostrado que un paciente hipertenso que padece de obesidad central demuestra una mayor mejora reduciendo su peso corporal a razón de 3 a 4 centímetros de cintura (cerca de un punto de IMC), que restringiéndose en la ingesta de sal, por ejemplo.
La alimentación recomendada
- Ante la detección de excesiva grasa abdominal, recomendamos ante todo una dieta de tipo hipograsa, y sumar a ésta abundante fibra a los fines de arrastrar y evacuar la grasa corporal. En este marco la fruta y la verdura deberían estar siempre presentes.
- En un segundo escalón -con un mayor valor calórico-, se recomienda la incorporación de harinas integrales a la dieta diaria, con el salvado y el gluten a la cabeza. Éstos, es sabido, tienen un mayor poder de arrastre de grasas que el de las harinas refinadas. Pero cuidado que todo exceso en estos buenos alimentos también se transforman en grasa!!!
- La dieta a determinada debe ser en general baja en grasas y rica en fibras. Debe contener hidratos de carbono de proporción normal pero de características complejas, y proteínas ligeramente elevadas que ayuden a evitar la pérdida de masa muscular producto del adelgazamiento.
Cambio de conductas
- Es altamente recomendable para quienes padecen de exceso de grasa corporal hacer una hora diaria de ejercicio físico aeróbico, con un piso mínimo de media hora. Esta práctica se vuelve “imprescindible” cuando la persona se acerca a la edad del climaterio, precisamente la etapa de la vida en la que la obesidad abdominal tiene amplio predominio.
- En tal instancia la pérdida de grasa abdominal se hace más dificultosa a causa de una suma de factores negativos y simultáneos tales como la declinación en el nivel de hormonas, un incremento en la cantidad de calorías ingeridas y una reducción del gasto físico.
- La actividad física a recomendar al paciente es aquella que a éste más le guste y que, por ende, le represente menores riesgos de abandono. En este sentido tendrán gran incidencia los grupos de afinidad y las preferencias personales; y el éxito se determinará precisamente por la continuidad en el tiempo más que por la intensidad de la actividad seleccionada.
¿Cómo y dónde medir la grasa abdominal?
A la hora de medir la grasa abdominal podemos caer en lecturas totalmente diferentes en función de quién sea el operador encargado de hacerlo. Por ello es importante seguir estas pautas:
1- Estando la persona de pie, aflojado el cinto, se debe establecer un punto medio entre la cresta de la cadera y la última costilla.
2- En la parte lateral del cuerpo se pone este punto de referencia y luego se marca un punto medio, entre ambos extremos de referencia.
3- Sobre dicho punto medio se hace correr el centímetro, preferentemente metálico o de material inextensible. Se hace inspirar y espirar previamente al paciente para que éste tenga el abdomen en forma original.
4- Tras la espiración final, se realiza la medición sobre el punto medio y siempre en paralelo al piso.