A más de treinta años de su estreno “La Nona” adquirió un fenómeno de universalidad significativo, fue representada en el mundo en distintos idiomas y ante espectadores con experiencias de vida totalmente disímiles a las nuestras (sociedades europeas de conformación político-económico e historia diferente a la Argentina).
Evidentemente estamos ante un clásico de la dramaturgia no solo argentino sino universal. Roberto Cossa, uno de los exponente máximos de nuestra escritura teatral, consigue en La Nona uno de sus picos más altos de su trayectoria.
¿Qué es La Nona? ¿Quién es La Nona? Es la pregunta que nos hacemos desde el día que emergió en la escena porteña. Esa anciana que todo lo devora ¿qué está metaforizando?… ¿La sucesión de dictaduras que nos impedía avanzar? ¿Los manejos de la oligarquía que dejaban al hombre común con las manos vacías? ¿La represión ideológica? ¿La muerte de las utopías? ¿Los cimbronazos de la de la economía Argentina? ¿O el agobio que nos impone el sistema que casi un siglo atrás ya preocupaba a don Armando Discépolo? Solo el espectador lo sabe. La Nona es lo que le dicte su propia sensibilidad.
Esta es una puesta en escena más, tal vez diferente, ni mejor ni peor, pero sí fiel a la estética que fue concebida, inmersa en un estilo realista-trágico con pinceladas de grotesco.